P Antes de nada, enhorabuena por el premio que el martes recibió del sindicato de Actors i Actrius Professionals Valencians (AAPV). Un reconocimiento por parte de los compañeros siempre sabe mejor, ¿no?
R Sí, se siente mucha gratitud, que valoren tu trabajo los compañeros es muy bonito.
P ¿Cómo son los comienzos en este sector?
R Abrirse camino en València es difícil y en mi caso más porque me formé fuera -en Barcelona- y al volver no conocía a nadie, me preguntaba cómo entrar en el círculo. Volver a casa fue un abismo laboral. Volví por razones personales y porque quería regresar a casa. Mis años en Barcelona fueron muy plenos y activos, pero a mí València me encanta.
P Entonces no le pregunto si le tienta Madrid...
R Madrid me gusta, pero no soy de vivir en ciudades muy grandes. Es cuestión de preferencias personales y aquí se me iban abriendo opciones.
P Después de siete años de trayectoria ¿se siente revelación?
R Me siento revelación en València ciudad, aunque no acabe de salir de la escuela de arte dramático. Mis trabajos en la ciudad se han visto poco hasta hoy.
P La pasada gala de entrega de los premios AAPV fue crítica con los gestores culturales. ¿Comparte esa opinión?
R Debo romper una lanza en favor del sector. A pesar de las circunstancias desfavorables en las que nos hemos tenido que mover, este barco no se ha hundido y seguimos navegando. La cultura en València, a muchos niveles, solo la han cuidado, consumido y mimado la gente de la calle, que van a verla, los espectadores ansiosos y curiosos. Y el sector, claro. Los políticos no se han preocupado por ella. Ante este maltrato solo podemos trabajar. Cuando alguien es creador tiene ansias de trabajar. Trabaja y trabaja aunque no se sienta remunerado y le aborden las ganas de dejarlo.
P Desde su posición, ¿ha notado algún cambio con el nuevo gobierno autonómico?
R Como mínimo es más sensible a la cultura. Es un trabajo que se debe ver a largo plazo. Hay algunos cambios de cargos que pueden ser para bien. Esperemos que a largo plazo podamos decir que el sector teatral valenciano tiene unos profesionales que están trabajando en condiciones dignas y que se sientan remunerados.
P El actor o la actriz, ¿cuanto más joven más posibilidades tiene?
R El teatro no tiene edad. Las ganas y ansias de subirse a un escenario, de ser creador y demostrarlo no tienen edad. Mientras goces de salud, ganas y espíritu joven, adelante.
P ¿Cuáles son sus referentes?
R Me gusta la forma de trabajar de Roberto Álamo, Blanca Portillo, Sergio Peris Mencheta,... De València, me gusta Àngel Fígols o Xavo Giménez, que aglutina muchas disciplinas, es poesía, trabajaría con él toda la vida (ríe). Mi compañero Rober de la Fuente es un diamantito. Aunque me viene ala cabeza todos los compañeros de Les aventures de T. Sawyer. Para mí ha sido una suerte trabajar con Albena Teatre y La Teta Calva.
P ¿Con quién le gustaría trabajar?
R Por ejemplo, con Juli Disla o Eva Zapico, que tiene una manera muy particular de crear.
P ¿Y qué papel le gustaría interpretar?
R Cualquiera de Shakespeare, que son todos grandes, ¿a quién no? También me atrae mucho Chéjov, por lo que tiene de filosófico y de intensidad.
P Se formó en el teatro musical que muchos califican de comercial.
R Es más que eso. En el musical hay mucho intrusismo y eso puede hacer que se infravalore el género.
P ¿Está a favor o en contra de la cultura subvencionada?
R La subvención es necesaria para la cultura porque es un bien común, al que deben tener acceso todos los ciudadanos. No puede ser que alguien no venga al teatro porque le parezca caro.
P En la gala se recriminaron los tiempos -mínimos- que muchas producciones permanecen en cartel.
R Preparas un montaje para estar solo cuatro días. ¿Esto que es? ¿Trabajar como en una fábrica? ¿Hacer producciones en serie? La programo cuatro días y la guardo en un cajón. Eso no es saludable para el sector
P ¿Se ve recibiendo un Max?
R ¡Ni me esperaba el crisálida! (Ríe) No creía que me lo fueran a dar porque siento que mi profesión es como una cualquiera. Me voy, hago mis funciones, vuelvo a casa y ya está. No le doy más importancia.
