Guillermo Carnero (València, 1947) ha presentado su último poemario. Lo hizo ayer en Madrid, de la mano de la Fundación José Manuel Lara, cuya prestigiosa colección Vandalia ha incorporado el libro de Carnero, una compilación de los poemas breves, cortos pero no efímeros, que a lo largo de veinte años fueron quedando al margen de los poemas más largos, vinculados a conceptos más característicos.

Bajo el título Regiones devastadas, el nuevo libro con los viejos poemas de Carnero resulta como un conjunto de canciones, «lieders» de un compositor de sinfonías. «A veces no es necesario un gran desarrollo para expresar una idea», subraya Carnero, quien ha entrado en la colección que también ha rescatado a otros de los novísimos que fueron de Castellet en los 70, a Pere Gimferrer, o a Vicente Molina Foix, novísimos que ya han pasado a ser los seniors de la poesía española.

El título del libro hace referencia a la experiencia del padre del poeta, oficial de artillería del ejercito republicano, y a quien condenaron a tres años de trabajos forzados reconstruyendo edificios y obras públicas en lo que se llamó la Secretaría de Estado de Regiones Debastadas, tres años de castigo a una especie de esclavitud que de alguna manera redime ahora el poeta. La portada de Regiones€ incluye la turbadora imagen elegida por el propio Carnero del busto de Cicerón agujereado por los balazos de la guardia del castillo Sant´Angelo en Roma, que solía utilizarse para prácticas de tiro.

Temas de siempre

Un nuevo poemario, ocho años después de su último libro, que reúne viejos escritos y que, por tanto, contiene lo esencial de Carnero, su estilo culto, barroco, -que el considera un elogio- e intelectualizado sobre los temas también de siempre: el amor, el paso del tiempo, la futilidad del proyecto humano€ aunque, como el propio Carnero ha señalado, «situándome cada vez de un modo más acusado en el pensamiento de las mujeres».

Debe ser cosa de la madurez una vez concluido lo que fue novedad.