Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La biblioteca de... Carmen Amoraga

"Escribir me hace feliz y la política tiene una fecha de caducidad"

Directora general de Cultura y Patrimonio. Carmen Amoraga siempre cuenta que su entrada en la literatura por la puerta grande tuvo mucho que ver con el fenómeno «Match Point», ese que cuando la pelota roza la red puede caer a una parte u otra de la cancha. En cualquier caso, la escritora lleva muchos puntos que nada tienen que ver con la suerte, como su compromiso para que la cultura tenga el peso que se merece en el Consell.

"Escribir me hace feliz y la política tiene una fecha de caducidad"

Escritora, periodista y directora general de Cultura y Patrimonio del Consell. Que una gobernante sea capaz de construir apasionantes relatos literarios es un lujazo. Carmen Amoraga (Picanya, 1969) dispone de un gran recorrido como autora desde que su primer libro Para que nada se pierda ganó el Premio de Novela Ateneo Joven de Sevilla. De eso hace veinte años, y aunque ahora es mucho mejor novelista, mantiene intacta su capacidad de captar intensas emociones.

«Una vez estaba firmando libros de Algo tan parecido al amor; había una cola larguísima y la última persona era una mujer bajita. Cuando llegó y le pregunté a quién se la dedicaba, me dijo a María José . Yo sabía que no se llamaba María Jose, pero me dijo que era para su hija, que ella no sabía leer, ´¡pero mi hija sí!´. Pues tenemos que leer porque hay gente que se ha dejado las rodillas para que podamos leer. Leer por placer y de todo».

Lo cuenta conmovida. Esa es Carmen Amoraga, una compañera de redacción que ha cumplido su sueño de ser escritora, y que además está comprometida con que la cultura sea un agente imprescindible en la mejora de la vida de las personas.

«Escribir me hace feliz, lo único que sé hacer bien es mi trabajo, y la política tiene una fecha de caducidad», y reconoce que en estos dos años le hubiera gustado hacer más cosas desde la conselleria, pero «los tiempos de la calle no son los de la administración».

Sus lectores están de enhorabuena, en octubre publica su última novela Basta con vivir. Una historia que tuvo que aparcar tras la llamada de Ximo Puig. Primero para ir en la candidatura autonómica y luego para gestionar la parcela cultural del gobierno del Botànic. Su décimo libro son dos historias que se van alternando. Una de ellas es una mujer que sale de su quiebra emocional porque ayuda a otra.

«Me resulta muy fácil escribir», sostiene. No ahora, de siempre. De ahí su prolija producción literaria. «Antes escribía muy intensamente, con mucho drama e incluso sufriendo» y cita sus tres primeros libros Para que nada se pierda, Todas la caricias y La larga noche. Aunque se reconoce más en Algo tan parecido al amor, la novela finalista del Nadal en 2007. La «propia voz» que luego la llevó a ser finalista del Planeta en 2010 con El tiempo mientras tanto. Un premio al que aspira inscribir su nombre.

«Ser finalista de Nadal es como cuando el Eibar sube a Primera», admite y por eso recomienda a los escritores noveles presentarse a los concursos. Igual que hizo ella, gracias a Joan Álvarez, entonces editor de Posdata, el suplemento cultural de este periódico, y hoy director general de la Academia de cine. En cambio, «no recomiendo la autopublicación, como tampoco recomiendo la automedicación».

Dialogo con sonrisa

«En mi familia no se leía, solo se trabajaba y muchísimo». Sus padres gestionaban la cantina de la estación de Picanya, donde empezó su carrera política como concejala, siempre en temas culturales. «Todavía tengo el carnet de la biblioteca de Picanya. Un grupo de amigas nos lo hicimos porque el bibliotecario era muy guapo e íbamos mucho».

Esa es Amoraga, capaz de sacarte una sonrisa a la mínima, mientras me atiende a mi, a sus hijas y a su perro Haddock, sí, como el capitán de Tintín. Capaz de hacer muchas cosas, y todas bien. «¿Estos dos años en el Consell? Pues no soy peor persona y si ya era dialogante, ahora soy más».

Compartir el artículo

stats