Nadie como Robert Frank (Zurich, Suiza, 1924) captó Nueva York, la capital del mundo. La imagen, tanto en fotografía como en película, de un tiempo aún contemporáneo. Jack Kerouac, el escritor estadounidense que inventó la Generación Beat, definió así al fotógrafo: «Robert Frank, suizo, discreto, amable, con esa pequeña cámara, que levanta y dispara con una mano, se tragó un triste poema desde la misma América y lo pasó a película, haciéndose un sitio entre los grandes poetas trágicos del mundo».

El IVAM dedica al poeta de la imagen la exposición «Caso de Estudio: Robert Frank. Fotografías, libros y películas», un recorrido por la trayectoria del fotógrafo más influyente. «Un artista clásico, pero profundamente contemporáneo», en palabras de José Miguel G. Cortés, el director del museo.

«¿Como estás?», pregunta la voz en off de Frank a un mendigo afroamericano de Nueva York. «¡Mal!», contesta él mirando a cámara, con voz aguda de licor, mirada desencajada y mellada dentadura. Esa entrevista mundana de la película True Story (2004) es el preámbulo a una la muestra que la comisaria y conservadora del IVAM, Sandra Moros, ha diseñado para entender la obra de una los artistas determinantes del siglo XX. Dos películas: True Story y Keep Busy (1975) del Museum of Fine Arts de Houston, el documental Fire in the East, 19 fotografías de la colección del IVAM y unos destacados catálogos.

«Robert Frank es un inconformista y el uso que hace de la polaroid, con imágenes sucias o rotas, ayuda a entender su trabajo", recalca Sandra Moros. Como muestra su instantánea Bad Dream (Los Ángeles, 1978), con una televisión jurásica apagada de perfil iluminada por una ventana. Moros indica que a Robert Frank le llama la atención cómo representa a la mujer de los años 50 en Estados Unidos, la «típica mujer florero» bien vestida, en oposición a la mujer negra, que en ocasiones es la niñera.

La comisaria también destaca una «pequeña joya de la exposición»: el fotolibro que el New York Times encargó a Robert Frank en 1963, titulado «Zero Mostel reads a book», un homenaje a los libreros en el que el artista construye la historia de un personaje histriónico a través de fotografías en las que está muy presente la imagen en movimiento.

Como todos los casos de estudio que se realizan en la galería 3 del IVAM, se ha editado una publicación que recoge un texto de la comisaria Sandra Moros que analiza la trayectoria del artista suizo a partir de las obras exhibidas en la exposición, que se inaugura esta tarde y que se podrá ver hasta el 15 de octubre.