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En torno a una película secreta

El filme italiano «Borotalco» inaugura en La Fábrica de Hielo las sesiones en las que el espectador no sabe que verá

Siempre el misterio€ Decía Voltaire que el secreto de ser aburrido era contarlo todo. Y lo que ocurrió el pasado miércoles noche en La fábrica de hielo, con la complicidad impagable de su programadora, Ana Sanahuja, confirma hasta qué punto tenía razón. El vacío respetado en la información sedujo a un centenar de personas que, libres de prejuicios, colmaron nuestra primera sesión de «cine secreto». A las 21:40 horas, las luces se apagaron y arrancó abruptamente la función. Unas imágenes desquiciadas en blanco y negro estallaban ante un público entregado. The heart of the world (2000) fue nuestro preámbulo inesperado de seis minutos. La carta de un artista obsesionado por el cine mudo, Guy MaDdin, que saluda el s. XXI, recordándonos que, en caso de cataclismo, la única cura posible seguirá siendo el amor. Una pieza raruna que servía para contentar al segmento más cinéfilo, quizá no tan dispuesto a saborear la comedia ligera que íbamos a destapar.

Extrañamente inédita en España, Borotalco es una película de culto en Italia. Su título alude a esos polvos de talco que alivian el sudor y dolor de los pies de un comercial, los mismos que podrían servirle para maquillarse. Con grandes dosis de humor, su director y protagonista, Carlo Verdone, expone en este film el potencial inmenso de la imaginación. En su segundo tercio, su argumento da un giro descomunal cuando incorpora una puerta que, en cuanto se abre, altera la vida fracasada de su protagonista. Lo que oculta detrás tiene mucho que ver con la propia materia del cine. Sergio Benvenuti, un don nadie, encuentra un guión inesperado, un decorado impresionante, un actor magnético y una diva que le abra, la monumental Moana Pozzi, futura política y porno star. Verdone pone el dedo en la llaga cuando, sin tesis absurdas ni palabras inútiles, expone en imágenes que esta vida no es como nos la pintan. El bálsamo frente a una existencia escrita por otros sigue siendo la fantasía.

En sus Notas sobre el cinematógrafo, Robert Bresson escribía: «Te inventaré como eres en realidad». Un aforismo que asalta ferozmente a Sergio Benvenuti, un joven romano sencillo con tendencia temprana a la alopecia y la obesidad, destinado a luchar por mantener una existencia digna, aunque estandarizada: trabajo, hijos, mujer, hipoteca€ Frente a ello, Carlo Verdone reivindica ese derecho que todos tenemos a reinventarnos o, como mínimo, a soñar. Frente a un espejo, el protagonista arrepentido balbucea cuatro frases torpes dispuesto a quitarse la máscara y ser él mismo. Pero, ¿es factible ser uno mismo en la Roma ochentera y castradora que nos presenta este film? ¿Sigue siendo posible ahora? ¿De qué material está hecha realmente nuestra vida? El tiempo ha dado la razón a Verdone. Ahora, sea por escape o la urgente necesidad de brillar, todo el mundo parece tener una identidad virtual, como a su modo anunciaba Borotalco. La calurosa acogida que recibió esta simpática película despeja nuestras dudas. Ya estamos trabajando para urdir más misterio, habrá nuevas sesiones de «cine secreto».

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