Era visto como el enfant terrible del arte valenciano contemporáneo. Pero él mismo reconocía que era «todo fachada». Sentía una especial predilección por la música -le encantaba Miles Devis o el grupo Kraftwert- y la gastronomía. De hecho, es especialmente recordada la columna que dedicó en Posdata a la experiencia que vivió en El Bulli.

Consideraba que sus principales influencias eran artistas como Goya, John Heartfield, Grosz, Max Ernst o Andy Warhol. Y le gustaba Julian Opie. Aunque en sus columnas solía dedicar más espacio a los artistas que no le gustaban.

Expuso en L´Eixam, Galería Punto, Galería Cànem, Paz y Comedias o Mr. Pink. Su obra está presente en las colecciones de Michelín, Luis Bassat, IVAM, Caixa de Pensions, Universitat de València, Diputaciò de València o Tomás Ruiz Company. En los últimos años trabajaba conjuntamente con el colectivo de artistas Cazadoras Asociados, que el pasado mes de octubre inauguró una muestra conjunta en la Galería Cuatro de València, con obras de más de una quincena de artistas.

La última exposición en solitario de Joan Verdú fue «Ouvrez Votre Porte» en Tapinearte, el espacio del Mercado la Tapinería, en verano de 2016. La muestra se componía de dibujos con lápiz de grafito. Se inspiró en cosas que se abren, como puertas, cajas, ventanas, cajones o desagües. Un año antes expuso en la Fundación Antonio Pérez de Cuenca con el título «All correct. Nearly perfect».

Según su amigo Tomás March, en los últimos meses, Verdú trabajaba en una nueva serie. De hecho, tal y como cuenta el antiguo galerista, este le dio una obra que estaba compuesta por un espejo sobre el que había dibujados algunos muñecos que recordaban a personajes como el Monstruo de las Galletas.