Un estudio realizado en el patio de Primaria de un colegio público de Castelló y que hizo publicó este periódico el pasado noviembre, revelaba que la zonas centrales del patio son ocupadas por un 92 % de niños y un 8 % de niñas, mientras que las zonas periféricas están ocupadas por un 35 % de niños y un 65 % de niñas. «Las estadísticas dicen también que los hombres ocupamos un 20 % más de espacio público del que nos corresponde -añade el director de cine ceutí Abdelatif Hwidar-. En un tren, si hay parejas mixtas sentadas, en un 90 % de los casos el hombre estará en el asiento con reposabrazos. Es verdad que nuestra anatomía nos obliga a ser más expansivos, pero eso no ha de estar reñido con el respeto».
Hwidar obtuvo en 2008 el Goya al mejor cortometraje por Salvador, historia de un milagro cotidiano, un relato visual que transcurría en el interior de un tren. Ahora ha vuelto a meterse en un vagón, esta vez de metro, para rodar Manspreading, una producción de la valenciana La Marmota Insomne sobre micromachismos impulsada por Las Naves de València, y que se estrenará mañana jueves en los cines Albatexas. «La idea surgió precisamente porque se cumplían diez años de Salvador y me daba cierto morbo contar una historia en el metro», señalaba ayer el realizador y guionista de la película junto a Chon González.
Tal como explica el director y guionista de la película, el «manspreading» es un término inglés que hace referencia a un «micromachismo» que «ocurre en cualquier transporte público de cualquier ciudad del mundo». En su película el antagonista de la historia (Marco Huertas) viaja en un metro y se sienta abriéndose de piernas de manera despreocupada y ocupando parte del asiento adyacente, lo que desencadena la ira de una de las pasajeras (Clara de Luna).
«La idea surgió casi como un desahogo porque estábamos Chon y yo haciendo un documental sobre la crisis de los refugiados sirios y era muy duro revisar cada día el material y ver esa tragedia que ocurre a millones de personas. En esos momentos que salíamos a darnos un respiro, él me contó una historia, yo la complementé con otras cosas».
Hace años que Hwidar vive con su esposa en València. «Fue ella a la que se le ocurrió escribir al buzón de «Parle amb Joan Ribó» contando la idea del corto y mi currículum, lo del Goya... Le contestaron, le derivaron a Igualdad y de ahí a Las Naves y ellos han sido los responsables de que el proyecto arranque». También fue esencial la ayuda de Metrovalencia. «El día de rodaje en el metro nos hubiera costado 2.500 euros, y nosotros estuvimos dos días. La película se hubiese quedado en un cajón».
La cinta tiene como escenarios las estaciones de Marítim-Serrería y de l´Albereda -«las dos más bonitas de València», según el director- y se ha filmado en gran parte en un vagón de las cocheras de FGV. «Lo más complicado del rodaje es tener a muchos actores encerrados en un espacio pequeño, hay que tener cierto pulso sobre cómo está el grupo. Se cansa, se agobia, la tensión se nota, y hay que jugar con una alquimia sutil», explica.
Tal como señala Hwidar, sobre Mainspreading sobrevuela «un humor negrísimo, que es el mejor tono para abordar una cosa así. Con sentido del humor pero de forma incisiva. Es una historia que llama a la esperanza porque ves a la mujer cómo estaba hace 40 años y cómo está ahora. Las mujeres siempre han sido más valientes, tienen otra fortaleza. Antes la mujer ni salía en los medios de transporte, y el hombre tiene que aprender ahora a compartir ese espacio público».
«Quien vea la cinta va a sentir que viaja en ese vagón de metro, con todas las consecuencias -advierte el director-. Va a experimentar incomodidad, sentimientos encontrados, incluso puede que le hagamos sonreír, casi a la vez que cabrearse».
