Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Libro

La edad de oro del periodismo entre el fuego y la nieve de Teruel

El valenciano Vicente Aupí recuerda en su último libro a los corresponsales que se jugaron la vida en una de las batallas decisivas de la Guerra Civil española

La edad de oro del periodismo entre el fuego y la nieve de Teruel

Aunque ya han pasado 80 años, el periodista valenciano Vicente Aupí logra que no sea demasiado difícil imaginarse la escena. Ahí está Ernest Hemingway, uno de los mayores escritores del siglo XX, buscando experiencias y personajes para Por quién doblan las campanas y combatiendo el frío con la botella de whisky que le ha traído su amigo Henry Buckley, un británico considerado como uno de los más hábiles e inteligentes corresponsales que ha habido en España. A su alrededor, el paisaje urbano de Teruel destruido por las bombas y cubierto de nieve. No muy lejos han de estar el mítico corresponsal del New York Times Herbert L. Matthews y un Robert Capa convirtiéndose poco a poco en el fotoperiodista más famoso de la historia.

También podemos ver en aquel Teruel blanco y roto al periodista ruso Ilya Eherenburg y al británico Sefton Delmer, que durante II Guerra Mundial contribuirá a la derrota nazi con un extraño programa radiofónico en el que ensañaba inglés a los alemanes. Están Jay Allen, André Malraux, André Morizet y Mathieu Corman, este último con una granada en una mano y una pistola en otra. Y por ahí hace fotos Harry Randall, que une su vocación periodística con su compromiso en la Brigada Lincoln; y la revolucionaria Kati Horna, y Walter Reuter...

En el bando contrario sobresalen los corresponsales William Carney (rival de Buckley en el New York Times) y Harold Cardozo. Y también Edward Neil, Bradish Johnson y Richard Sheepshanks, aquellos tres periodistas que murieron el 31 de diciembre de 1937 en Caudé al parecer por un obús lanzado desde el lado republicano. Al parecer, decimos, porque algunos como el historiador Hugh Thomas apuntan a la culpabilidad de Kim Philby, el legendario espía soviético que en ese momento se encontraba con ellos.

De todos ellos, y de unos cuantos más, da buena cuenta el colaborador de Levante-EMV Vicente Aupí en Crónicas de fuego y nieve, un tributo a esa constelación de periodistas extranjeros que cubrieron la Batalla de Teruel y que con sus crónicas adelantaron la tragedia bélica en la que se sumiría todo el mundo a partir de 1939. El libro (editado por Dobleuve Comunicación) incluye también documentos confidenciales del Tercer Reich que acreditan la trascendencia de la ofensiva republicana en la ciudad aragonesa, al retrasar los planes de Franco y del propio Hitler, para tener conquistada Madrid en 1937.

«Fue la edad de oro del periodismo -asegura Aupí-. No hay otra guerra en el siglo XX que despierte tanto eco mediático como la guerra civil española, y en la que los periodistas se involucren de tal forma. Decenas de cabeceras de todo el mundo sacaban día si, día también, crónicas sobre lo que sucedía en España. ¿Por qué? Uno, porque la figura del corresponsal se está terminando de consagrar. Y dos, porque se sabía que la guerra civil estaba siendo el campo de maniobras de Hitler y Mussolini, y en menor medida Stalin, y había miedo de que se trasladara a un conflicto internacional mayor, como finalmente sucedió».

El libro de Aupí recoge los episodios de «periodismo de esencia pura» que se vivieron en la Batalla de Teruel. «El día de nochevieja del 37 Franco anuncia que había reconquistado Teruel, y era mentira. El New York Times lo publica y Matthews y Cappa no se lo creen. Salen Barcelona, y por la carretera de València, se quedan atascados en el puerto del Ragudo entre 800 vehículos. Están a punto de morir por la nieve. Pero al cabo de tres días llegan a Teruel y Matthews desmiente la información de su compañero, William Carney. Hace rectificar a su propio periódico. Es una de las gestas del periodismo del siglo XX».

Según el autor, hasta ese momento no hubo una guerra «en la que tantos periodistas estuviesen dispuestos a jugarse la vida» y se mostraran tan comprometidos con su deber de informar. «Si los periodistas se van de España, ¿quien le va a contar al resto del mundo el sufrimiento de los españoles?», le preguntaba en una carta Henry Buckley a su esposa tras rechazar la oferta de su periódico, el conservador Daily Telegraph, de un puesto de trabajo más cómodo en Inglaterra. En el prólogo del libro, su hijo Ramón (que ha abierto a Aupí el archivo personal de Buckley) recuerda que en aquel 1937, su padre, católico como era, prefirió pasar la Nochebuena entre milicianos cantando rondallas.

Con Matthews y Capa, Buckley es «el periodista que mejor refleja la Batalla de Teruel y más clara ve en la guerra española la amenaza para el mundo que representa Hitler», afirma Aupí. «Por eso siempre se mostró indignado con su país por la inacción y por darle la espalda al gobierno legítimo». Quizá aquel fue el gran fracaso de los corresponsales franceses, británicos o norteamericanos: no haber convencido a sus gobiernos de la necesidad de implicarse en la guerra como sí estaban haciendo Alemania, Italia o la Unión Soviética. «Es cierto que aquellos periodistas, a veces, tomaron demasiado partido -reconoce el autor-. Pero fue una época mejor para el periodismo que la actual, en la que estamos vendidos a los grandes grupos de poder».

Compartir el artículo

stats