La Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de València celebró ayer el acto institucional conmemorativo del 250 aniversario de su fundación, que se cumple hoy mismo. Durante la celebración se reconoció la dedicación de los académicos que llevan más de 25 años vinculados a la centenaria entidad. Así, recibieron sus diplomas el historiador Salvador Aldana, el estudioso en Teoría musical Francisco José León, el exdirector del Museo del Prado Felipe Garín, el historiador y museólogo Miguel Ángel Catalá, el escultor y pintor Enrique Mestre, la compositora María Teresa Oller, el pintor José María Yturralde, el arquitecto Álvaro Gómez-Ferrer y el escultor y poeta Nassio Bayarri. Algunos de ellos no estuvieron presentes por motivos de salud.

Manuel Muñoz, presidente de la Academia, quiso reconocer en el acto celebrado en el Museo de Bellas Artes, a «aquel grupo de ilustrados que, tras haber intentado la creación en 1754 de una Academia estable y duradera, vieron interrumpir su proyecto por falta de ayudas para poderlo mantener; después de aquella inicial desesperanza, tuvieron el arrojo de no cejar en el empeño y recabaron la ayuda de la Real Academia de San Fernando para que su segundo proyecto fuese el definitivo». «El objetivo de la nueva Real Academia de San Carlos, fue, desde el principio, ilustrado: fundamentado en la enseñanza y en el conocimiento», dijo Muñoz. «Escribir acerca de la historia en términos estéticos tiene un gran interés para estudiar los modos de explicarse el mundo desde distintas orillas, pero hacerlo desde la percepción del compromiso y el esfuerzo, nos tienta a entender y a disfrutar el pasado de otro modo, más próximo a los avatares del ser humano».

Vocación de servicio público

Desde aquel inicio, la Academia «entendió la cultura como un servicio público», señaló Muñoz. Al mismo tiempo, continuó, «se propuso enseñar desde la construcción metodológica, se planteó atesorar obras de arte para acercarlas desde supuestos estéticos, y razonamientos, fundamentalmente, laicos. Las fue poseyendo como donaciones de su profesorado, de sus alumnos, y de los ciudadanos, que muy pronto la concibieron como el lugar apropiado que las podía merecer». La actividad y «prestigio», recordó el presidente de la academia, fueron «incesantes, su trabajo fue extenso y muy complejo». Los académicos se ocuparon del desarrollo y el mantenimiento de las obras de arte procedentes de su colección y de aquellas surgidas de la desamortización de 1837-39. «Fueron, las del cambio de siglo del XIX al XX, unas décadas de brillantes enseñanzas, testimoniadas a través de infinidad de obras realizadas por el conjunto de alumnos y de profesores», matizó Muñoz. Él mismo apuntó que la Academia asume «otro nuevo e importante proyecto, que comienza en 1915: la edición de Archivo de Arte Valenciano, que en vez de convertirse en una revista burguesa, se conforma como una publicación científica».

Pero más allá de mirar al pasado, Muñoz quiso hablar del presente y futuro de la entidad que preside. «La Real Academia, no solo es la institución que más obras aporta al Museo de Bellas Artes, sino la que garantiza su modernidad, permitiendo que su colección de arte actual se pueda convertir en clásica con el paso de las sucesivas generaciones». Pero los tiempos «imponen adaptaciones», reflexionó. Por eso, enumeró que la entidad tiene suscritos convenios de colaboración con instituciones, un proyecto de I+D con profesores de la Universidad Politécnica, han promovido 18 ediciones del Premio Nacional de Pintura y tres ediciones del Internacional de Composición de Música. Además, destacó Muñoz, han desarrollado una «destacada función divulgadora, iniciando una nueva colección de gran formato relativa al patrimonio valenciano. Estamos elaborando un renovado y potente eslabón de esa extensa cadena de la historia; porque la Academia continúa siendo un órgano colegiado, en el que se comparten los debates y se adoptan, colectivamente, las propuestas y las soluciones».

De cara a tiempos venideros, Muñoz se comprometió a que «continuamos asumiendo la razón ilustrada como procedimiento al servicio de la cultura y de los ciudadanos; entendemos nuestra independencia como un elemento imprescindible. Estamos convencidos de que vamos a seguir sin desaliento y que, por tanto, estamos plenamente convencidos de que el futuro, es nuestro».

Por su parte y en nombre de los académicos distinguidos ayer, Gómez Ferrer dijo sentirse «emocionado de sentir el paso del tiempo en este punto de encuentro de intercambios artísticos».

La celebración concluyó con un recital de piano homenaje a los académicos, a cargo de Bertomeu Jaume Bauzá, académico de Número de la institución. El recital fue también un homenaje a la música de los compositores académicos de san carlos. De este modo, se interpretaron obras de Eduardo López-Chavarri, María Teresa oller, José Báguena, Luis Blanes, Joaquín Rodrigo, Amando Blanquer, Matilde Salvador y César Cano.