El torero alicantino José María Manzanares ha sido el principal protagonista de la corrida de toros celebrada ayer en Sevilla, en la que consiguió cortar las dos orejas del segundo ejemplar de Núñez del Cuvillo, que fue el mejor de la tarde y que brilló por su calidad, recorrido y duración. El diestro del barrio de Santa Cruz se reencontró con la afición hispalense gracias a una obra preciosista de principio a fin. Ya de salida meció con suavidad las enclasadas embestidas del burel y destacó por su toreo suave, pero de trazo largo, mandón y de gran apostura. Cuidó al de Núñez con mimo en varas y, tras un tercio de banderillas en que el toro se vino definitivamente arriba, comenzó su labor sobre el pitón derecho con gran colocación y largura. El toro se entregó a la muleta del alicantino y sacó a relucir su gran clase. Lo mejor de su obra aconteció en un natural largo de inmensa duración, abrochado con un pase de pecho al hombro contrario que levantó al respetable de sus asientos y decantó la moneda de su lado. La estocada fue el colofón perfecto a una faena de poso y madurez. Citó el alicantino al toro a pie firme y dejó una estocada algo contraria a recibir que cuajó los tendidos de pañuelos blancos en demanda de los dos trofeos, que a la postre fueron a parar con justicia a manos del alicantino.

El quinto fue harina de otro costal. Un ejemplar justo de presencia y de fuerzas, al que el temple del alicantino consiguió disimular su escasez de casi todo, al que le consistió una enormidad y, lejos de buscar el alivio, le remató los muletazos siempre por bajo. Una obra que fue de más a menos y que, extrañamente en este torero, no fue rematada con la contundencia que acostumbra con la espada. Fue ese inoportuno fallo a espadas el que le cerró la ansiada Puerta del Príncipe.

Alejandro Talavante pudo cortar las dos orejas al tercero después de firmar una faena de raza y compromiso. Quizás las dos orejas de Manzanares en el toro anterior influyó en el ánimo del usía, que se guardó el pañuelo y tan sólo concedió un solitario trofeo. El extremeño se esforzó de veras ante el encastado de Núñez y logró pasajes de enorme exposición y enjundia. El que cerró plaza fue un toro basto de hechuras y áspero de condición con el que el extremeño estuvo muy por encima de sus posibilidades, pero sin ninguna opción de triunfo.

Sebastián Castella sorteó el peor lote. El francés tampoco estuvo motu entonado ante el primero de su lote y se limitó a pasar al cuarto de muleta con cierto decoro.