H

a quedado empíricamente demostrado que para frenar al Barça no hace falta recurrir al cerrojazo que rescataron del baúl de los recuerdos Guus Hiddink y Hugo Sánchez y que, dicho sea de paso, no les sirvió para nada. En cambio, el Valencia, corriendo con cabeza, vaciando todo el oxígenos de sus pulmones y jugando con inteligencia táctica, sumó un punto que le sabe a gloria y dejó al líder sin dos, pérdida nada habitual en él, como lo demuestra el dato de que es la primera vez en esta Liga que no gana un partido, lo que le ha impedido batir su récord de seis victorias consecutivas en el torneo.

Unai Emery fue fiel a sus principios y, sin perderle el respeto a su poderoso rival, le plantó cara con un golpe estratégico que, no por ensayado a lo largo de la semana, dejó de sorprender. La presencia de Mathieu como interior por delante de Bruno, desactivó las tremendas acometidas de Alves, un tipo que cae fatal... hasta que ficha por tu equipo. El brasileño es de esos futbolistas odiosos... que todo el mundo desea tener en sus filas.

Emery se decidió por atacar con los tres ositos de peluche que tanto cariño transmiten al fútbol: Pablo, Silva y Mata que se lo pasaron pipa escondiéndole el balón a la defensa blaugrana hasta acabar mareándola. Banega, que les suministró balones en abundancia, también se fajó en labores defensiva, misión en la que David Albelda volvió por sus fueros. En sus buenos tiempos, el ex capitán se movía en un radio de 20 metros. Pero ¡qué 20 metros! Situaba el epicentro de sus desplazamientos en función del tráfico reinante y cubría una extensa parcela de campo. Ahora, con la edad, esos movimientos se han reducido y el eje de la circunferencia es más estático. Pero en partidos como el del sábado, la experiencia es muy importante y la motivación más. El de la Pobla Llarga volvió a cavar trincheras y a trazar la raya. Mestalla se lo reconoció con una calurosa despedida.

Parte de la grada le venía echando en cara a Albelda haber llevado al VCF a los tribunales, reproche achacable únicamente a sus agentes, los hermanos Toldrá, que le asesoran pésimamente. Ahora ha llegado la reconciliación.