Moisés Domínguez

valencia

Arantxa Parra Santonja lleva muchos años transitando por el tenis profesional, aunque le ha faltado un último peldaño para encaramarase a la élite mediática. Parecía que se había acabado para el tenis de alto nivel, pero 2009 ha sido un año excepcional, en el que ha remontado casi 300 puestos en la clasificación de la WTA y ya está nuevamente en el selecto club de las Top-100. El pasado fin de semana redondeó su año ganando el campeonato de España y afronta el futuro con renovada ilusión. Como curiosidad, su bagaje de partidos profesionales contra Anabel Medina que está empatado a uno.

Usted llegó a ser la número 52 del mundo. Sin embargo, en los últimos dos años deambulaba entre la 300 y la 400 ¿Qué le ha pasado para volver con los grandes?

Eso es lo más sorprendente: que no me ha pasado nada. No he cambiado de entrenador, de raqueta, de residencia... era la misma, pero con un mar de dudas. Mi juego empezó a decaer y no tenía las cosas claras. Prácticamente me estaba dando la última oportunidad. Quería volver a intentarlo pero, sobre todo, que si tenía que dejarlo, hacerlo a conciencia, sabiendo que lo había dado todo. Gané un partido, gané otro, luego otro y así ha ido todo. La cabeza empieza a funcionar mucho mejor y, en definitiva, todo me ha salido rodado. Ganar el campeonato de España ya ha sido la guinda que le faltaba al pastel.

Disculpe la impertinencia: muchas veces, ese título tiene un valor relativo porque no van todas las buenas buenas.

No vamos a negarlo: este año, no estaban Anabel Medina o María José Martínez. Es una época rara, porque estamos en pretemporada, se juega en tierra cuando en seguida empieza la pista rápida.. pero bueno, hay que estar ahí. Y ahora ya quedas como que has sido campeona de España.

Usted ha pasado una larga travesía en el desierto ¿Cuántas veces, cuando jugaba previas y calificaciones, estaba dando raquetazos mientras pensaba "yo no debería estar aquí, yo no debería estar aquí"?

¡Uf! Cada día. Ha sido una etapa muy larga. Demasiado larga. Ahora veo las cosas de otra forma.

¿Ha aprendido mucho de todos esos partidos, que son los que nunca salen en la prensa?

Sobre todo, ahora que los iba ganando. Porque me han servido para coger confianza y para afrontar después las fases finales mucho mejor.

¿Su momento culminante fue Wimbledon, donde llegó hasta la segunda ronda?

Sin duda, ha sido un momento importantísimo. Superé la previa y en la primera ronda gané a una thailandesa, Tanasugarn, que venía de ganar el torneo previo, eliminando además a Dinara Safina en semifinales, que entonces era la número uno del mundo. Y además, la gané en dos sets. Yo estaba por entonces sobre la 200 y mi victoria fue una auténtica sensación. Después creo que también estuve bien con Sugiyama, pero se me escapó y ya no la pude alcanzar después de que me ganara el primer set en el "tie beak".

¿Salió ganando mucho con ese torneo?.

Muchísimo. Por vivir las sensaciones después de haber empezado a remontar tu carrera. Y me sirvió, además, para valorar lo importante que es algo así: verte en Wimbledon ganando partidos.

¿Su victoria con la thailandesa es el mejor recuerdo de su carrera deportiva?

Lo compartiría con una victoria que tuve ante Hantuchova en 2005, en el torneo de Birmingham, en un partido increíble.

Usted ya tiene 27 años ¿Empieza a ser una "mayor" en el circuito?

No puedo negar que ya no soy "joven". Sobre todo, si me veo junto a jugadoras que tienen diez años menos que yo. También veo las cosas de otra manera, tengo experiencia, puedo resolver las situaciones de partidos con más tranquilidad... tiene su lado bueno.

Después de haber tenido una época muy buena, de haber caído, de haber vuelto y de estar diez años en el circuito, su cuenta de ganancias es de 750.000 dólares. Eso no lo gana todo el mundo.

De acuerdo, pero hay que empezar a restar. Los impuestos, el desplazamiento a los torneos, el sueldo mensual de tu entrenador, los desplazamientos del entrenador... cuando estás del cien para abajo pierdes dinero. De hecho, yo he conseguido volver gracias al colchón de los años en que estuve sobre la 50 del mundo. En estos últimos años, el tenis me costaba dinero. Hay muchas jugadoras que podrían haber sido figuras, pero que se han quedado por el camino porque no podían afrontar los costes que supone todo el periodo de formación.

¿Qué es lo que separa a la jugadora rica de la jugadora pobre?

Entrar en los cuadros directos de los Gran Slam. Eso es lo que marca la diferencia. Es superimportante, tanto por la dotación económica por los puntos. Si estas de los cien primeros, que es lo que me está pasando ahora, vives otra realidad del tenis. Por eso es tan importante mantenerte ahí y es por lo que voy a luchar todo este año.