Aislado en su intimidad, el aficionado al fútbol es un ser más proclive a la depresión que al arrebato. Es lógico porque, al final sólo hay un único campeón; el resto de equipos engrosan una lista de derrotados más o menos ilustres, más o menos indignos, dependiendo de la capacidad y la ambición de cada cual.

Engarzado con otros correligionarios, ese mismo especimen solitario pasa a convertirse en ingrediente de un tejido celular adiposo, capaz de pegarse al musculo y engordar por sí mismo al equipo más huesudo de la tierra.

Organizado en un colectivo, ese ser originalmente insignificante e indefenso, adquiere una fortaleza guerrera. Integrado en una asociación de peñas, el hincha se desprende voluntariamente de su consistencia individual y la cede en favor del grupo. A su vez, éste, constituido en gremio, comienza a asemejarse al uranio enriquecido. Es decir, dependiendo de quién lo utilice y para qué, puede ser un elemento de efectos saludables, o erigirse en una arma letal de destrucción masiva.

En tal disyuntiva se encuentran ahora las peñas del VCF, abocadas mañana mismo a la elección de un presidente que sustituya al berroqueño Jaume Part, un mandatario que ha ido a la suya y, dentro de lo que cabe, ha sabido mantener la equidistancia con el club, principal surtidor, que no único, del presupuesto de esa Agrupación que integra a más de 800 peñas valencianistas. Ocurre que este organismo, bajo la égida de Part, ha adquirido un extraordinario relieve. Tanto que se ha convertido en el componente más poderoso de ese magma amorfo que se denomina el entorno. La Agrupación ha entrado a formar parte del patronato de la Fundación VCF y se ha convertido en un contrapoder que el consejo trata de controlar para tenerlo de su parte. Part ha sabido tutelar con habilidad a los peñistas antisistema y radicales, para que esa fuerza no se transformara en una arma arrojadiza de chantaje, a la vez que ha ejercido un control puntual para frenar decisiones del consejo y de la Fundación en contra de las bases. Ahora, para sucederle, se presentan tres candidaturas. Una de ellas, como no podía ser de otra forma, es la oficialista, la que cuenta con el respaldo del consejo que, a tal fin, le ha colocado en sus filas a un venal ex vocero del club, de retórica ampulosa pero de procedimientos igual de bellacos.

De los presidentes, que ostentan el voto, y de la limpieza del procedimiento electoral, dependerá que las peñas no se conviertan en un apéndice del consejo y sigan manteniéndose como un higiénico mecanismo de contrapoder. A ver si aciertan.