El Valencia retó a su incipiente crisis con dos destellos de genialidad, de Jonas y Jordi Alba, culminados con el apetito goleador insaciable de Soldado, autor de los dos tantos que devuelven la normalidad a Mestalla antes del parón navideño. Dos golazos directos a la conciencia del seleccionador Del Bosque y que sirven al cuadro de Unai Emery para olvidar dos semanas de indolencia en tres competiciones. El Valencia, de menos a más, acabó por recuperar sus mejores sensaciones ante un contrincante, el Málaga, repleto de buenas intenciones sin concretar. Un rival directo al que ya se le sacan nueve puntos.

Las buenas noticias, pese al reconfortante marcador final, tardaron en llegar. Hasta la llegada del primer gol al Valencia se le vio falto de autoestima. Ni los alicientes del regreso de Banega, tras su lesión, y de Miguel, en su penúltimo indulto, lograban reactivar al inicio el juego blanquinegro. Quiso asaltar al Málaga con actividad por las bandas, donde sus laterales tenían ayer clara vocación ofensiva. Feghouli, de los más motivados y también acelerados, combinó con Miguel, que tuvo la primera tímida ocasión con un disparo que se le quedó en la zurda tras el recorte y que atrapó sin dificultades Caballero.

El guión, sin un tempranero gol local con el que calmar los nervios, indicaba que el Málaga iría adueñándose de la situación, sumando más protagonismo. Amagaron Cazorla e Isco, más maduro que cuando estaba en Mestalla €minutos es lo que necesita cualquier jugador€, pero demasiado retórico para decidir con eficacia. Pero quien se mostraría más desequilibrante sería otro ex, Joaquín. Primero, escorado en la izquierda y recortando hacia el centro, contó con una clara ocasión que acabó en un centro-chut que desvió con la manopla Diego Alves. Luego se marchó a la derecha, su flanco natural, para sacar el recurso más valioso de su repertorio, el regate, con el que sentó a Mathieu y Jordi Alba. Iba para la jugada de la jornada pero no conectó con un rematador. Más tarde esquivó una entrada durísima de Rami, con los dos pies por delante, y en el siguiente fotograma fue cazado por Albelda, que con esa justa tarjeta apagó al Joaco.

En plena decadencia, el Valencia despertó al resucitar su mejor sociedad, la formada por Jonas y Soldado, inédita desde el disgusto de Londres. En una acción calcada a tantas con las que se desangró al Genk, Jonas mandó una preciosa asistencia a la espalda de Demichelis y Mathijsen, centrales rígidos que sufren con espacios. Soldado recogió el pase, regateó a Caballero y marcó a placer.

El Valencia, con el gol a favor, contuvo al Málaga con algo más de calma, aunque Miguel tuviera que desbaratar una clara contra. Además, no tardó en rematar la faena en otro rapto de genialidad. Jordi Alba descosió con un autopase a Demichelis, un tractor alejado de su posición, y su centro posterior fue remachado de volea, sin dejarla caer y con furia, por Soldado. El gol de la sentencia devolvió la confianza al Valencia, que se creció por momentos. También relajó la atención defensiva, dejando que el Málaga, con la pólvora renovada con Van Nistelrooy y Fernández, contara con ocasiones. Un desliz que Mestalla, falto de alegrías, le perdonó. La reconciliación era un hecho.