Regreso al pasado. El flamante equipo de Mauricio Pellegrino parecía el viejo Valencia de Unai Emery, tal fue su estampa y comportamiento a lo largo del último partido ante el Deportivo: arrancada de rossí, parada de matxo, que dirían nuestros abuelos (los futuros abuelos, en su gran mayoría, ya no han visto ni verán en su vida una animal de cuatro patas). De manera que el domingo nos acostamos con tres puntos más y al despertar el lunes sólo teníamos uno. Para que se diera este extraño fenómeno, volvió a suceder lo de siempre: una primera parte deslumbrante seguida de una pajarraca monumental, con la consabida ruina defensiva. Es evidente que algunos integrantes de la retaguardia no andan muy finos últimamente, caso de Víctor Ruiz. ¿Y qué decir de Mathieu, que no esté ya requetecontado? Pues eso, que ha vuelto por sus fueros. Cissokho está pidiendo paso a gritos. Y a ver si entre todos, incluido un experto en la materia como Pellegrino, que recibió clases de grandes maestros como el tan añorado -por algunos, que no es mi caso- Héctor Cúper, reorganizan la zaga y taponan las vías de agua que anhelan el barco por la popa. Pero así no se puede afrontar la larga travesía que aguarda.

Misterios. Avalado por Rafael Maluenda, portavoz parlamentario del PP en Les Corts y xoto irreductible, el Ayuntamiento de Monòver, su pueblo natal, le propuso al Valencia CF crear una escuela de fútbol en sus instalaciones deportivas municipales, que llevara el nombre del club y formara a las jóvenes promesas. Coste para las arcas de don Manuel Llorente, cero. Respuesta del club, negativa. Algún (i)rresponsable en la sede de Micer Mascó ha decidido que el proyecto no interesa. ¿Por qué motivo? No se conoce. Urge una respuesta convincente a tan extraño comportamiento, antes de que comencemos a pensar mal.... y acertemos.