Desde el pasado invierno se sabe que David Albelda no iba a seguir en el Valencia. El mismo se encargó de anunciarlo de manera oficiosa, e incluso insinuó que su intención era marcharse hacia alguna de las emergentes ligas árabes. La irresistible tentación del petrodólar, y la rutina de más de una década, le marcaban nuevos horizontes. Luego, avanzada la temporada, el excapitán puso el freno de mano a su marcha, y coqueteó con una posible continuidad. Para entonces, el encargado de los fichajes, nos hizo saber, mediante la oportuna filtración a sus paniaguados, que Javi Fuego era el elegido para sustituir al de la Pobla Llarga. Ese periodo coincidió también con la eclosión de Dani Parejo, que comenzó a desplegar sus cualidades para adueñarse de la zona ancha. Poco después, Ernesto Valverde nos descubría las posibilidades que apunta Víctor Ruiz para adaptarse a ese enclave. Una posición en la que tambien ha actuado Banega, a pesar de no ser la suya. Y tampoco debemos olvidarnos de Fernando Gago, un mediocentro clásico. De momento, sigue perteneciendo al Valencia. Más aún: resultará complicado traspasarlo y casi imposible conseguirlo por la misma cantidad que costó. (En esa operación, Florentino embaucó a Llorente y se la metió doblada).

Ahora, con la llegada de Oriol Romeu „ futbolista idóneo para ese emplazamiento„ el VCF accede a los desos del nuevo entrenador, pero se carga con media docena de jugadores aptos para un mismo puesto, mientras que hay carencias evidentes en otras demarcaciones. Una vez más, o Braulio carece de criterio, o si lo tiene, no consigue imponerlo. Entre ambas posibilidades, no sabría decirles cual es la peor. Resultado: el VCF carece de planificación a medio y largo plazo. Todo funciona a salto de mata, según surge. Por tanto, el precio que se paga también es más caro.