Los meteorólogos del fútbol pronostican tormentón devastador sobre Mestalla, procedente de los mares de la China, si el Valencia, tal como prevén, sale derrotado hoy de Getafe. Los primeros damnificados, según los vaticinios, serían Miroslav Djukic y Braulio (Vázquez) quienes saltarán por los aires si el equipo no gana. (Nada se dice de lo que ocurriría en caso de empate, pero lo probable es que sigan en sus puestos, lo cual, en el caso de BV, no dejaría de ser un sarcasmo. El máximo responsable del caos imperante, salvado por un punto. Para no tener que adoptar soluciones tan expeditivas, que no agradan al presidente sobre todo porque cuestan una pasta y no está el club para grandes dispendios existen alternativas menos traumáticas).

Al entrenador le pueden salvar sus jugadores, que tanto le quieren, según predica su capitán. De ser así, ha llegado la hora: Ricardo Costa debe dar un paso al frente y convocar a sus compañeros a la autogestión. Para ello, hoy deberían hacer caso a ninguna de las consignas tácticas de Djukic y ser los propios futbolistas quienes, previamente reunidos en secreto y puestos de acuerdo sobre sus propias carencias y cómo suplirlas con las virtudes que atesoran, tracen un plan de juego. No es tan complicado. Otros equipos lo han hecho en situaciones de emergencia como la que traviesa ahora el VCF. Sólo hace falta uno o varios líderes que encabecen el grupo y lo aglutinen. El problema es que en ese vestuario hace años que no existen jefes carismáticos. El último que teóricamente oficiaba como tal, accedió al cargo por designación presidencial y no por el reconocimiento unánime de sus colegas. La plantilla sabía de sobra a quién debía sus poderes y le aplicaba el principio de reciprocidad: do ut des. Ahora, el liderazgo sigue vacante, por más que algún jeta trate de aparentar que lo asume e incluso consiga engañar a una parte de la grada. De cualquier forma, si hay alguien aletargado, hoy es el día ideal para que despierte y encabece una rebelión pacífica, contra los dictados tácticos del entrenador. Aunque sólo sea matizándolos. Lograría salvarle la cabeza a Djukic. Eso sí, a cuenta de alargar la crisis.

En el caso de Braulio, cabe una solución menos drástica que despedirle y pagarle una elevada indemnización. Es la de reubicarle en un escalón inferior del área técnica. De ojeador en las categorías inferiores. Eso sí, lejos de los centros de poder. Demostrada como ha quedado su incapacidad para dirigir el departamento técnico del club, y obligado el VCF por contrato a pagarle un jornalazo durante tres años más, que lo utilice para seguir la evolución de jóvenes promesas y elaborar informes. En caso de meter la pata, siempre habrá alguien por arriba que le enmiende. Ahora, en cambio, además de cobrar un pastón, sus errores son inapelables. Lo que no es de recibo es que su puesto dependa de lo que ocurra hoy en Getafe. Hace ya tiempo que BV debería estar en la calle, o en labores menos arriesgadas. Sería una ironía que una victoria coyuntural hoy le mantuviera en el cargo.