Horas después que Amadeo Salvo fantaseara en el plató de Al-Jazeera Sport, justo en la paradisíaca capital catarí con los petrodólares suficientes para comprarse el Mundial de 2022, en el Palau de la Generalitat se decidía el cierre de RTVV. La realidad no tiene remedio. El presidente del Consell alega que carece de 40 millones para readmitir a los trabajadores despedidos, como dicta la sentencia judicial. Sin duda, un claro adelanto de lo que le espera al Valencia si, como sostienen todos los expertos judiciales, el aval vuelve a la Generalitat tras la intervención del Tribunal Superior. Si las arcas autonómicas no disponen 40, con más motivos es evidente la negativa para asumir los 81 millones, más intereses, que debe el club de Mestalla al banco. Si Alberto Fabra se niega a explicar a los ciudadanos que debe cerrar un colegio para mantener abierta una televisión inasumible, deja muy evidente la respuesta que le aguarda al Valencia CF. Salvo y Aurelio Martínez son los únicos que no se han dado por aludidos. Una preocupante alegoría de cómo enajena sentarse en las butacas principales del palco de Mestalla.

Nitidez obligada. El 10 de diciembre están obligados a pasar cuentas delante de los accionistas, pero convendría que Salvo&Martínez tuvieran un encuentro previo con los responsables gubernamentales que les ofrecieron el cargo, para aclarar posiciones e informar al valencianismo del minuto y resultado de la crisis económica de la sociedad que les ha tocado gestionar por gracia de Grau. Dijeron que tenían la solución mágica para sacar del pozo al club, y no solo incumplieron con el primer pago total de la cuota del préstamo, sino que ahora sabemos que también hay presupuestado unos cuantos millones para la venta de jugadores, igual que en la etapa de Llorente, aunque me temo que haya pocos equipos interesados en los futbolistas actuales. Un presupuesto elaborado por el mismo equipo que sostiene al presidente y a su incontinencia verbal, pues un día sueña en voz alta con el fichaje de Chicharito, (con un sueldo superior a los 4.5 millones al año), otro con ingresar la ingente cifra de 62 millones en mercadotecnia, o al siguiente concluir un estadio sin una propiedad definida.

Auxilio. El primer discurso y único, hasta hora, de Salvo ante la junta de accionistas fue correcto, con tintes de ilusionante. Habló de unidad del valencianismo como principal fuerza de su gestión. La práctica enterró la teórica. Sin embargo, se acercan tiempos donde nadie sobra. El único camino viable es la venta del Valencia. Las circunstancias y también la mala gestión han abocado a esa solución, hace unos años inconcebible para una inmensa mayoría de la afición blanquinegra. Así que la tarea prioritaria se centra en buscar un buen comprador, que rebaje la deuda, invierta en el equipo y sepa respetar la idiosincrasia del pueblo de Mestalla. Ese servicio esencial prioriza cualquiera de las decisiones futuras, encauzadas o en proyecto, así que Salvo&Martínez tienen entre manos el asunto clave. Necesitan ayuda, aunque el primer paso es pedirla.