El noruego Magnus Carlsen, que la semana pasada se proclamó campeón del Mundo de ajedrez, dijo ayer al aterrizar en su país que arrebatarle el título al indio Viswanathan Anand no fue tan complicado como se había imaginado. «Fue más fácil de lo que creía. Fue difícil al principio, pero luego me di cuenta de que era algo que podía controlar. Si hacía mis tareas como suelo, me iba a ir bien», dijo Carlsen en el aeropuerto de Gardemoen (Oslo).

Un centenar de personas lo recibieron con júbilo y agitando banderas noruegas en la zona de llegadas de la terminal, entre ellas Lisbeth Hammer Krog, alcaldesa de Bærum, la localidad donde reside el ajedrecista, quien le entregó al joven un ramo de flores.

El triunfo de Carlsen, cuyas partidas fueron retransmitidas en directo por la televisión pública, ha originado una «fiebre» del ajedrez en Noruega que al nuevo campeón mundial no le ha pasado desapercibida. «Algo he visto. Ha salido bien y por eso todo es positivo. Es más sencillo leer lo que se escribe cuando las cosas van bien», afirmó. Carlsen dijo haber notado el nerviosismo en Annand, que él también padeció, y que se dio cuenta de que el indio no era «ningún Superman», ya que cometió errores que él supo aprovechar. En la segunda parte de la final, cuando Carlsen ya había ganado dos partidas, Anand «no tenía ninguna posibilidad», explicó el «Mozart» del ajedrez, como apodan al noruego, quien espera mantener una relación cordial con su último oponente.