e entrada me van a permitir una pequeña licencia: no me gusta Anoeta, no me gustan los campos con pista de atletismo y Anoeta tiene pista de atletismo, lo que significa frialdad, lejanía, espacio abierto, nada que ver con una bombonera al estilo Boca Juniors o el viejo Mestalla. Bien, gustos al margen, la pasada temporada la visita a Anoeta resultó clave para el desenlace final de la liga

—¡ayyy esas manos de Bravo fuera del área!— y para que esos puntos que «volaron» en el coliseo vasco nos dejaran fuera de la Liga de Campeones a favor de la escuadra de Donostia.

No fue casualidad

La magnífica temporada del conjunto txuri urdin la pasada campaña —apreciaciones arbitrales al margen— fue excepcional relación calidad-precio. Presupuesto bajo, previa Champions al bolsillo. Y sí, no fue una casualidad. La Real ha demostrado (está demostrando) que es un equipo hecho con una solidez mercantil fuera de toda duda. Justo lo contrario que el Valencia. Ellos, un remanso de paz y alegres resultados. Nosotros en permanente venta societaria pero, eso sí, creciendo deportivamente... desde que el ineficaz Djukic dejó paso a Pizzi y al fútbol de verdad.

Partido crucial

Bien, una vez analizado el pasado y presente de ambos equipos convendrán conmigo que el partido de mañana es crucial para ambos. Para la Real por no alejarse aún más del Athletic en lucha por la cuarta plaza. Y para el Valencia precisamente por restarle tres puntos a un rival directo en la lucha por obtener una plaza que dé derecho a jugar la Europa League la próxima temporada (lo de que el Valencia se clasifique para la Champions lo di por perdido hace ya muchas jornadas). Una victoria del Valencia dejaría a los de Pizzi a cuatro puntos de los donostiarras. Y cuatro puntos de diferencia sí que son del todo remontables. Diez, en el caso de que gane la Real, ya sería un disparate de distancia.

Buena nueva

Sucedió el pasado jueves. Contundente victoria ante el Ludogorest. Tres goles como tres soles y la sensación de que la Europa League de este año tan extraño (por lo de la venta) podría llegar a tener un final feliz... que tal como están las cosas sería algo tan sorprendente como alucinante. Pero posible, lo de la UEFA es posible.