Un ejercito de ojos rasgados invadió ayer los pasillos interminables de Feria Valencia. Mientras España y Alemania concentraban en 2009 casi el 50% de la potencia instalada, la empresa china Yingli señoreaba reservando el espacio central de uno de la decena de los pabellones ocupados por la Feria Europea de Energía Solar Fotovoltaica. Es la paradoja de la industria solar. China no apostaba hasta hace poco por instalar plantas fotovoltaicas. Sin embargo, Yingli lidera la venta de paneles solares en un mercado que se ha nutrido hasta ahora de los incentivos públicos de los gobiernos occidentales. Las subvenciones de Alemania, España, ahora Estados Unidos, ha contribuido a fomentar una industria local pero también han sido una oportunidad para la tecnología asiática, que ha impuesto sus bajos costes laborales para inundar Europa de contenedores.

Winfried Hoffmann, vicepresidente de la Asociación de Industrias Fotovoltaicas Europeas (EPIA) advertía ayer en la apertura de la feria de la competencia asiática. "Hay empresas chinas que disponen de 12.000 millones de dólares para investigar y crecer en competitividad, por eso es necesario que nosotros mantengamos las inversiones en el tiempo. Europa tiene la tecnología y el liderazgo científico", dijo. Marie Donnelly, responsable de eficiencia energética e innovación de la Comisión Europea, reconoció que los incentivos públicos condicionan el mercado, pero reconoció la necesidad de diseñar una política industrial europea que permita competir con la industria energética china.

No es que las empresas europeas anden a la zaga. Firmas alemanas, españolas o suizas, compiten esta semana en Valencia por mostrar sus productos y servicios con una elevada nómina de empresas asiáticas. que el sector está en pleno movimiento lo reflejan las cifras del certamen: Casi 1.000 expositores repartidos en 80.000 metros cuadrados y la previsión de 40.000 visitantes de más de 100 países.

Un mercado interesante para las empresas españoles y valencianas que comenzaron a desarrollarse hace algunos años y han vivido una expansión hasta el cambio regulatorio de 2008. Carlos Navarro, de Siliken, critica la incertidumbre regulatoria de España. La empresa valenciana ha paralizado sus inversiones en el país y ha salido al exterior para sobrevivir. Su futuro está ahora en Estados Unidos, donde tiene fábrica, y en los incentivos del Gobierno de Barack Obama a las energías renovables. También el presidente de la Asociación Empresarial Fotovoltaica (AEF), Juan Laso, reclamó al Gobierno garantías de "seguridad y estabilidad jurídica". "Sólo así se podría generar de nuevo tejido industrial en el ámbito de las renovables como factor necesario de despegue económico y de creación de puestos de trabajo".