La economía sumergida en España ya tiene cifras concretas basadas en un estudio que utiliza tres procedimientos diferentes para llegar a ellas: el 21,5 % del Producto Interior Bruto (PIB) de media entre los años 1980 y 2008, aunque si solo se tiene en consideración el último periodo analizado -entre 2005 y 2008- el porcentaje se situaría entre el 20 y el 23,7 %.

Además, hay que tener en consideración el empleo sumergido que ha provocado esta actividad, que ha oscilado entre los 1,4 millones de puestos de trabajo en 1980 y los 4 millones de 2008. La última pata del análisis de la Fundación de las cajas de ahorros (Funcas), realizado por los profesores María Arrazola, José de Hevia, Ignacio Mauleón y Raúl Sánchez, de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, es el impacto que ha tenido dicha economía sobre la recaudación fiscal: Hacienda ha dejado de ingresar una media de alrededor de 31.000 millones de euros anuales -del año 2000-, lo que supone un 5,6 % del PIB.

Una de las conclusiones más llamativas del estudio ha sido la evolución de las actividades económicas extraoficiales durante el periodo analizado, ya que coincidiendo con el periodo de mayor prosperidad -que llegó a duplicar la actividad en España en relación con el PIB-, el volumen de la economía sumergida se cuadruplicó.

Los autores del estudio , que consideran que las actividades que no se reflejan en las estadísticas oficiales son "algo conocido, e incluso, en gran medida aceptado socialmente en España", entienden que el volumen de la economía sumergida "es atribuible en gran medida a motivos fiscales", ya que en el periodo estudiado se produjo una "elevación de los niveles de presión" impositiva "que incentivaron" la realización de actividades al margen de los cauces oficiales. Precisamente, este hecho ha supuesto al Estado la pérdida de un 5,6% del PIB en la recaudación de impuestos, que en números absolutos supone alrededor de 68.000 millones de euros sólo en el último año estudiado, que es 2008.

Más empleo sumergido que paro

Por lo que se refiere al volumen de empleo sumergido, las cifras, a pesar de lo esperado, no dejan de ser sorprendentes: una media entre 1980 y 2008 de 2,5 millones de puestos de trabajo anuales, que en el último año de los estudiados, ascendía a cuatro millones. No obstante, conviene precisar que algunas de estas personas ejercían su actividad de forma paralela en las economías sumergida y en la oficial. Precisamente, en 2008, España cerró el año con una cifra de parados inferior al empleo sumergido: 3.207.000.

Para los autores del estudio, "los resultados obtenidos no son sorprendentes" si se tiene en cuenta que "en España parece existir una cierta tolerancia hacia la existencia de actividades sumergidas". Sin embargo, añaden que "no se debe caer en la tentación de considerar la economía sumergida como una parte consustancial de nuestra vida".

También señalan que este tipo de actividad ha sido considerada por algunos economistas como "una válvula de escape en situaciones de recesión como las actuales, pero "por la multiplicidad de distorsiones que genera -problemas de equidad, eficiencia, distorsión de la competencia,..- la economía sumergida supone a largo plazo un duro lastre".