Sanchis Perales cambió su rumbo profesional en julio de 1992, cuando fue absuelto después de que el juez dictaminase la destrucción de las pruebas presentadas por la acusación del caso Naseiro, que también implicó a otros políticos valencianos. En 1973 había fundado el Nuevo Banco, una entidad de la que fue su principal accionista. En la actualidad es propietario de la inmobiliaria Gordo y de la empresa agroindustrial La Moraleja, implantada en la región de Salta (Argentina). Tiene su residencia en Madrid, aunque pasa largas temporadas en el Mareny Blau (Sueca). Accede a la entrevista de Levante-EMV, no sin reticencias porque sostiene que «quiere vivir apartado de la vida política, social, económica...» Sólo quiere hablar de cítricos y del sector agroindustrial.

El caso Repsol-YPF ha puesto en alerta a las empresas españolas con presencia en Argentina. ¿También preocupa a los inversores foráneos con importantes negocios, como es el caso de su empresa familiar en este país sudamericano?

En mi caso particular no me preocupa en absoluto. Soy muy bien tratado después de haber empezado el negocio hace más de treinta años y no temo represalias. No existen problemas para las empresas ubicadas en Argentina y puestas en marcha por inversores foráneos.

¿Está entonces al margen de la tensión política entre los gobiernos de España y de Argentina y de su posible repercusión en las actividades comerciales?

Las empresas locales siguen su actividad. Exportamos el noventa por ciento de la producción, con una facturación anual próxima a los 50 millones de dólares y pensamos que los problemas protagonizados ahora por el caso Repsol-YPF no tiene por qué afectar a sector agroalimentario. Son dos mundos completamente diferentes, aunque habrá que ver qué pasa.

La Unión Europea prepara represalias para la importación de productos argentinos.

Ya veremos en qué queda. No creo que nos vaya a afectar.

¿Considera justificada la nacionalización del 51 % del capital social de la filial argentina de Repsol?

No comparto la decisión del Ejecutivo de Cristina Fernández, porque puede haber represalias de España y de la Unión Europea. En cualquier caso, el gobierno argentino justifica la intervención porque Repsol no ha realizado las inversiones prometidas. Se trata de un asunto de Estado del que se me escapa información para poder opinar más.

Después de su etapa política en primera línea del PP durante los años ochenta, ¿por qué decidió marcharse a hacer «las Américas?

De mi trayectoria política no hablaré más. Pasó lo que pasó y ya está. Desde hace décadas cultivo mi faceta empresarial, ahora gestionada por mis hijos a través de las empresa La Moraleja, con sede en la provincia de Salta, y la inmobiliaria Gordo, ubicada en Madrid y propietaria del 40 % de la propiedad del grupo empresarial de Argentina. Reinvertimos la mayor parte de los excedentes y no dejamos de crear empleo y riqueza para la comarca. Antes de dejar la política ya teníamos relación con Argentina.

Un hijo de agricultores de Albal, ¿por qué se marcha a Salta?

Es una comarca muy bien dotada para el negocio agroindustrial dadas sus condiciones climáticas y bajos costes energéticos. Las comunicaciones por ferrocarril y carretera son muy buenas. El crecimiento de la empresa es un homenaje a mi padre, que fue agricultor, y a mis hijos. Obtuve un crédito del ICO [Instituto de Crédito Oficial] y no tengo ninguna deuda, como se ha dicho en alguna ocasión.

¿En qué otros negocios de diversificación piensa invertir?

La actividad empresarial está ligado al sector agroindustrial y todos los planes de expansión de la compañía siguen vinculados con esta actividad, tanto en crecimiento de superficie citrícola como de hortalizas y el área de forestación. Nuestro objetivo es llegar a producir 6.500 hectáreas de limón en cinco año, que generarán 3.000 empleos. Ya somos la principal finca citrícola del mundo especializada en limones.

¿Es más competitivo el sector citrícola de esta amplia región del cono sur que la española y la valenciana en particular?

Sin duda. Los costes son muy inferiores y las calidades, excelentes. La crisis citrícola en España es obvio que está relacionada con los altos costes de producción y bajos precios de venta. El primer asunto no veo cómo se puede solucionar, pues siempre habrá países con mano de obra o de agua menores, o que incluso no necesitan riego por las lluvias. Por otro lado, el minifundismo que impera en la Comunitat Valenciana tampoco puede competir con costes de transporte y distribución de otras áreas citrícolas. El consumo de naranjas para postre sufre la competencia de otras frutas y otros productos. El futuro está en los zumos y estos requieren menor especialidad y calidad de las materias primas: las naranjas y mandarinas.

¿Qué consejo daría a los citricultores valencianos?

El futuro de las naranjas de Valencia está en especializarse en nuevas variedades, aunque la innovación se copia pronto, y en la concentración de la oferta. El futuro son los zumos pero no podemos competir con otros países con costes menores. Es la ley del mercado.

¿A quién deben temer más, a Marruecos o a Argentina?

No se pueden poner puertas al campo. La producción de naranjas de España se complementa con el cono sur por la estacionalidad. En los zumos nunca van a poder competir con Brasil. Marruecos es otra dura competencia tras los acuerdos de liberalización sellados con la Unión Europea.

¿Irán más citricultores españoles a Argentina?

Algunos han ido, pero han fracasado por no integrar toda la cadena de producción. La deslocalización es un fenómeno imparable. También los productos de cuarta gama [envasados y pelados] tienen futuro en este mundo tan global.