Habilidad y determinación, las armas que permitieron a Rodrigo Rato avanzar en su carrera política, no le han servido para culminar su proyecto al frente de Bankia, entidad de la que sale forzado por dificultades internas y presiones externas. Tras casi dos años y medio como banquero, desde que llegó a la presidencia de Caja Madrid en 2010, el presidente de BFA-Bankia anunció ayer por sorpresa que abandonaba el cargo por entender que es "lo más conveniente para esta entidad". Con pocas palabras, el exministro de Economía y ex director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) daba a entender que el problema, mas allá de la solvencia del grupo o su exposición al ladrillo, era su permanencia en el cargo.

En los últimos meses, Rato, de 63 años, ha tratado de convencer a las autoridades españolas y a los mercados de que la entidad que presidía era capaz de seguir en solitario, pese a su alta exposición inmobiliaria, - 37.500 millones.

No obstante, el pulso que ha desarrollado para convencer al Gobierno de Mariano Rajoy y al Banco de España (BE) ha acabado por forzar su salida anticipada, sin ver culminado su proyecto. Es la segunda vez en nueve años que Rajoy ha sacado de la carretera a Rato. La primera, cuando compitió por la sucesión de Aznar en 2002. Ahora, por Bankia, después de mantener una enconada lucha contra su exsubordinado y ahora ministro de Economía Luis de Guidos.

Y todo ha ocurrido cuando la victoria electoral del PP, partido al que todavía pertenece Rato, hacía prever la llegada de una etapa de mayor entendimiento del Gobierno con Bankia, no solo por Rajoy, sino por el ascenso de Luis de Guindos a Economía. El ministro, que accedió a la Administración de la mano de Rato en el primer gobierno del PP, se marcó como objetivo acabar con las dudas de los mercados y forzar al máximo el saneamiento de las entidades, aunque algunas se vieran empujadas a fusiones.

Pronto se vio que Bankia era una de las entidades que generaba mayores interrogantes, lo que hizo que el Ministerio y el Banco de España sometiesen a la entidad a una presión que, todavía hoy con la salida de Rato, no ha concluido.

Rato puso ayer fin a otra etapa en una larga e intensa carrera profesional, que incluye la dirección del FMI, entre 2004 y 2007, y su gestión al frente del Ministerio de Economía bajo el Gobierno de Aznar, en una de las etapas de mayor expansión económica.

El FMI, años después de su salida del organismo "por motivos personales", criticó su actuación en un informe interno, por no haber detectado la gestación de la mayor crisis económica desde la Gran Depresión. Precisamente, el mismo FMI le lanzó otra carga de profundidad hace tan solo una semana con otro informe en el que criticaba, sin nombrarla, la complicada situación financiera de Bankia.

Tras su salida del Fondo y su regreso a España volvieron a desatarse las especulaciones sobre su vuelta a la vida política. Sin embargo, pronto dejó claro que no iba a formar parte de las listas del PP para las elecciones generales y que retomaba su actividad profesional privada en entidades como el Santander y Lazard. En 2010 llegó a la presidencia de Caja Madrid como "hombre de consenso" tras una encarnizada batalla por el puesto, y de ahí, a Bankia.

Ahora, una vez concluida su etapa al frente de Bankia, se abren de nuevo incógnitas sobre su futuro, aunque el regreso a la política parece, de momento, descartado.

Rato es considerado una de las personalidades españolas con mayor proyección exterior, es conocido como un negociador hábil, un político de raza dotado con una oratoria brillante y una fina ironía. que en ocasiones puede tumbar al más avezado interlocutor.