Desde el lunes de esta semana las puertas de la pastelería y cafetería Tano de Gandia, situada en el paseo más emblemático de la ciudad, permanecen cerradas. El negocio que la familia Gomar inició hace cincuenta años, tiempo durante el que ha endulzado la ciudad, ha terminado de la forma más amarga.

Desde marzo de 1965, cuando la cafetería y pastelería Tano abrió en la céntrica calle de la Purísima, el negocio no hizo más que crecer. Ello llevó a abrir nuevos establecimientos y a ampliar sucesivamente las instalaciones. El éxito de la empresa la situó también en el centro de la vida social gandiense al brindarse repetidamente a subvencionar y a patrocinar acontecimientos culturales y clubes o actividades deportivas.

En el auge de la empresa, el primer problema grave se planteó cuando, hace una década, se adjudicó la explotación de los chirnguitos de la playa de Gandia. Aquella aventura obligó a invertir muchos millones en el acondicionamiento de los establecimientos, un dinero que nunca tuvo retorno porque los ingresos fueron inferiores a los esperados.

Después se compró el antiguo hotel Don Ximo, también en la playa de Gandia, para convertirlo en Tano Resort. A este segundo fracaso se unió un tercero de dimensiones multimillonarias, como fue la compra del antiguo monasterio de Santa Maria d'Aigües Vives, en Alzira, que tampoco arrojó los resultados esperados al convertirlo en Tano Monestir y reservarlo para banquetes de muchos invitados.

Esas hipotecas que pesaban sobre la empresa no pudieron pagarse con las rentas que daban los negocios de toda la vida, fundamentalmente la pastelería de la playa y el buque insignia, que seguió siendo, pese a todo, la cafetería y pastelería del paseo de les Germanies.

En 2013 Tano tuvo que declararse en concurso de acreedores y durante dos largos años sus gestores han intentado llegar a un acuerdo para, al menos, mantener abiertos los establecimientos de Gandia. La negociación sobre millones de euros pendientes de pago no llegó a buen puerto y, el 22 de septiembre los jueces declararon la liquidación de la emmpresa y la subasta de sus bienes.

Pocos sabían el pasado lunes, fiesta del 12 de Octubre, que aquella iba a ser su última mañana comprando los pasteles de la histórica marca gandiense. A primera hora de la tarde el establecimiento metió sus mesas en el local y lo cerró para sorpresa de muchos viandantes.