Los emprendedores no somos superhombres. Somos personas normales, de las que 1 de cada 5 días te levantas sin ganas de trabajar. Pero con la particularidad de que curramos 7 a la semana y no 5. Y que no tenemos un mes de vacaciones en verano; sino 3 o 4 días en agosto y otros tantos en Navidad, de los que no desconectas de verdad y estás atento al móvil.

Hasta hace muy pocos meses (o semanas), pensaba que el descanso del emprendedor llegaba con el exit (la tan «ansiada» venta si tienes una startup). Que no podías permitirte 2-3 semanas de vacaciones completas al año y que si lo hacías eras un looser. Que tenías que sacrificarte tanto durante la semana que no llegabas a descansar ningún día tus 8 horas de sueño. Que no había tiempo de hacer deporte ni de tener una tarde de ocio el fin de semana.

Y al final petas. Estallas. Te deprimes. Te nace la ansiedad. Dejas de ser feliz. Si lo quieres medir es muy fácil, la peor métrica de todas: fracasas y tu proyecto contigo. Como profesional, y lo que es más importante, como persona.

Entonces te das cuenta de que emprender es una carrera de fondo. Que los únicos que llegan a la meta son los que llegan frescos al quinto año de la startup, y al sexto, al séptimo, hasta donde quieras llevarla. Que como me decían en casa, de nada sirve una arrancada de caballo, si al poco tiempo haces una parada de burro. Y como solemos hablar en Demium, ni es un sprint ni una maratón, esto es un sprint de fondo.

Así que estamos bien jodidos. Menudo dilema. ¿Descansar o currar a saco?

No te frustres, esto tiene una sencilla receta que me enseñó mi socio (y amigo) Isma: equilibrio. En todas las parcelas de tu vida. Tiempo para trabajar muy duro e intenso; tiempo para tu familia, pareja, amigos; tiempo para descansar y hacer deporte; tiempo para reflexionar sobre las decisiones más importantes y críticas en la empresa, sin las presiones de la agenda diaria. Y tiempo de oro para tus mejores aficiones, que no puedes olvidarte de ellas. A mí, por ejemplo, me encanta leer solo en la naturaleza, me encanta hacer deporte y el cine en versión original.

Y de golpe empiezas a apreciar de nuevo tu vida. La ansiedad desaparece. El mal carácter que pagas con tu gente más cercana, también. La vida te vuelve a sonreír y empiezas a trabajar de manera más eficiente. Como valoras más tu tiempo porque quieres disfrutarlo también fuera de la oficina, te vuelves más productivo, más rápido tomando buenas decisiones y eres mejor manager para tu equipo. Tienes más capacidad para estar así años y, definitivamente, esto solo te acerca al éxito.

Y no te equivoques, esto no es un alegato por el que trabajar poco. No sirve para parásitos o para vagos. No debe ser la excusa para el socio que le gusta escaquearse mucho y currar poco, que ahora leyendo esto piensa que podrá currar aún menos. Es un consejo para emprender mejor: respetando tus descansos y los de tu equipo, mejorando tu eficiencia y productividad y haciendo una buena conciliación entre tu vida personal y emprendedora.