Cuando el expresidente de Bancaja, José Luis Olivas, declaró ante el juez de la Audiencia Nacional, Fernando Andreu, instructor del caso Bankia, le explicó que en los orígenes de este grupo financiero estuvo la actuación del entonces gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, quien le llamó un día de junio de 2010 a Madrid y le «conminó» a integrarse en el grupo de seis cajas que se acababa de constituir bajo el liderazgo de Caja Madrid. Olivas dijo al juez que fue una «encerrona» a la que llamaron de urgencia al presidente de la entidad madrileña, Rodrigo Rato, para que se pusieran de acuerdo. «El gobernador fue vehemente sobre la necesidad de la integración. Había que calmar a los mercados», dijo el también expresidente de la Generalitat. El magistrado le insistió en que explicara en qué se basaba Ordóñez para conminarle a la fusión, a lo que Olivas alegó que le dijo que se le podía intervenir la entidad. «¿Por qué tenía miedo a una inspección si estaba saneada?», le preguntó Andreu. «Es que el gobernador tenía mucho poder», fue la respuesta del imputado Olivas. Fernández Ordóñez basaba sus presiones en que esa unión era lo mejor para Bancaja, pero Olivas insistió al juez en que «en condiciones normales no hubiera aceptado».

Unos meses más tarde, en febrero de 2013, el que compareció ante Andreu, en este caso como testigo, fue el exgobernador, quien el jueves volverá a declarar ante el mismo juez ahora ya como investigado. El diario El Mundo publicó el pasado domingo un extracto de la grabación, de tres horas y media, de la declaración de Ordóñez, en la que el también llamado Mafo defiende su estrategia de ganar tiempo antes de nacionalizar entidades y resume su actuación asegurando que sólo podía «hacer presión moral» para que los gestores y las autonomías tutelantes de las cajas lo hicieran bien en Bankia.

Es entonces cuando Ordóñez, interrogado por el exlíder de UPyD, el abogado Andrés Herzog, se refiere a la reunión con Olivas de 2010: «Si yo no hago nada, aquí van a ir cayendo como gotas una serie de cajas intervenidas y había que evitar al máximo las intervenciones. Entonces se les ofreció incentivos a cambio de que se integren (...) La mayoría de cajas acepta, pero hay otros que se resisten, como el señor Olivas, que era poco profesional. Me tocó decirle que, si no, Bancaja acababa en la intervención (...) Eso no era una amenaza, el señor Olivas podía hacer lo que quisiera, él podía haber dicho que no, como hizo la CAM -en su abortada unión con el grupo liderado por Cajastur-, que acabó intervenida, y no hacer integraciones». Según Ordóñez, él no forzó el nacimiento de Bankia, aunque en todo caso no tenía por qué salir mal, según el citado rotativo.

Por otro lado, el exgobernador del Banco de España aseguró también que estuvo dos años intentando convencer a Rodrigo Rato, ya como presidente de Bankia, de que debía aceptar un consejero delegado al que ceder poderes ejecutivos y que el exvicepresidente del Gobierno sólo accedió a nombrar a Francisco Verdú, «un profesional excelente, pero no para llevar el cuarto banco del país». El alcoyano Verdú venía de la Banca March cuando fue nombrado en Bankia en mayo de 2011, dos meses antes de que la entidad financiera debutara en la Bolsa. Ordóñez explicó de esta forma por qué no fue más resolutivo en este caso: «El Banco de España no quería hacer ruido. Cambiar a Rato podría tener un efecto fuerte en los mercados». En mayo de 2012, la entidad financiera fue finalmente intervenida y el Estado tuvo que hacer frente a 22.426 millones de euros para rescatarla.