La Generalitat y el Ayuntamiento de València aprovecharon ayer la celebración del centenerario de Feria Valencia para reiterar su coincidencia en que el nuevo modelo por el que se regirá la institución será mixto, es decir público-privado. El alcalde Joan Ribó, también presidente del patronato ferial, aseguró al respecto que «el sector privado debe aportar el conocimiento del negocio ferial, nuevos certámenes y capacidad de inversión, mientras que desde el sector público tenemos que aportar estas magníficas instalaciones y el apoyo institucional para reforzar la actividad». Por su parte, el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, avanzó que mañana se reunirá el pleno del Consell en las instalaciones feriales para sentar las bases de una «nueva relación de colaboración público-privada» en la gestión de la institución que permita relanzarla y orientarla como «gran plataforma» impulsora de la internacionalización de la economía.

Los equipos de las consellerias de Hacienda y Economía trabajan a contrarreloj para llegar a un acuerdo que cierre su discrepancia de fondo, los primeros a favor de la privatización y los segundos, de una mayor participación pública.

El futuro de la institución fue lo más sustantivo de un acto de celebración condicionado por la presencia de Felipe VI y el encorsetado protocolo de la Casa Real, pero también por las ausencias empresariales y las presencias políticas. Un encuentro en favor del corredor mediterráneo celebrado en Almería impidió que al centenario de Feria Valencia acudieran el presidente de la patronal CEV, Salvador Navarro, y los principales dirigentes de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE) que lidera Vicente Boluda. Los políticos, por su parte, arroparon al rey y a la institución que tutelan la Generalitat y el Ayuntamiento de València. Por parte de la primera, además de Puig y de la vicepresidenta, Mónica Oltra, estuvo el Consell casi el completo.

Entre los invitados a un salón de actos que no se llenó se encontraban los expresidentes vivos de Feria Valencia Antonio Baixauli y Alberto Catalá y los exdirectores generales Alejandro Mañes y Rafael Olcina. No acudieron los sucesores de estos Belén Juste y Carlos de Vargas. Se evitaron de este modo -no así Catalá, quien pasó bastante desapercibido- oír de boca del alcalde de Valencia la única crítica por la gestión que los tres desempeñaron entre 1999 y 2013, los años de los sobrecostes en las obras de ampliación y los gastos irregulares. Ribó aseguró que uno de los grandes retos a los que se enfrenta hoy día la institución es «hacer frente a una deuda ingente por una gestión que no voy a calificar». En realidad, el discurso escrito, que en este punto no leyó, sí la calificaba y decía que fue «verdaderamente negligente». El otro reto que citó fue el de posicionar el recinto «a nivel global, potenciando los certámenes actuales y trayendo a València nuevas ferias basadas en la innovación y las nuevas tecnologías»-

Por su parte, Ximo Puig afirmó que resulta «necesario» un acuerdo «para hacer un uso eficiente de los recursos públicos invertidos en los recintos feriales de todo el país» para mantener un éxito que «nos ha situado en la sexta posición del mundo en superficie expositiva». «No podemos permitirnos que una competencia mal entendida o que no responda a los intereses de los empresarios suponga un lastre para el aprovechamiento de la inversión», afirmó en una velada petición al Gobierno central para que tome cartas en el asunto. El presidente de la institución, José Vicente González, apuntó que el sector mueve en España 3.500 millones y recibe a 5 millones de visitantes al año. Además de la presentación de un documento elaborado por la Feria para tratar de adivinar los cambios que se producirán dentro de una década, el acto incluyó la entrega por parte del rey de una estatuilla al presidente de Unión Gremial, Francesc Ferrer, en reconocimento al hecho de que fue esta asociación de comerciantes la que impulsó la creación de Feria Valencia un 10 de mayo de 1917. Ayer hizo justo un siglo.