Buscando en la hemeroteca, los responsables de Feria València solo han encontrado en un diario local una referencia de apenas un párrafo sobre el día inaugural de la institución en mayo de 1917. Con la perspectiva del tiempo, sorprende el poco interés que despertó el evento a priori. Aquel primer cartel anunciaba «Grandes fiestas de mayo y Feria Muestrario» y, además de la exposición general, incluía corridas de toros, muestras de flores y la celebración de la festividad de la patrona de València, la Geperudeta.

Dentro de los actos del centenario de la institución, Feria València ha organizado en el Ateneo Mercantil una exposición con 46 carteles que abarcan el período comprendido entre 1917 y 1962. Son los años en que el evento -primero en la estación del Norte y luego frente a los Jardines de Viveros- era lo que se denomina una muestra general, es decir donde se exhiben productos de diferentes sectores. Será en el último de los citados años cuando nazcan las ferias monográficas con la del juguete.

Los carteles expuestos son un reflejo de las vicisitudes de las diferentes etapas de Feria València, que en sus cien años de historia solo dejó de celebrarse en cinco ediciones: entre 1937 y 1940, por la Guerra Civil española, y en 1921, por el denominado desastre de Annual, o sea la derrota del ejército español en la guerra del Rif. Los carteles de los años previos al final de la Segunda Guerra Mundial, concretamente 1942 y 1944, incluyen banderas nazis y japonesas, las dos potencias del Eje de las que era aliada la España del dictador Franco. Terminada la contienda y con el país tratando de reubicarse en el escenario internacional, las banderas que toman protagonismo en el cartel de 1947 son las de Estados Unidos y Reino Unido, los vencedores, y la de Argentina. En junio de aquel año, Evita Perón giró visita a la hambrienta España y trajo consigo carne y judías verdes, las llamadas peronas. Si el cartel de 1919, en su simbología, es un anticipo de los inminentes felices veinte, la era del charleston, los de los años sesenta reflejan la industrialización que empieza a ser el nuevo signo distintivo de la economía valenciana.