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Los bastiones fieles a un partido

Los 43 «alcoyanos» electorales

Un 8 % de los municipios valencianos, 33 del PP y 10 del PSOE, ha votado al mismo partido en las generales desde 1982 - Los perdedores de las poblaciones que siguen fieles a las mismas siglas se mueven entre la resignación y la esperanza del cambio

Los 43 «alcoyanos» electorales

Pegan los carteles, reparten la propaganda electoral, cuelgan pancartas, a veces organizan mítines y siempre ansían que el pueblo se sume a la ola de cambio. Pero nunca han conseguido volcar el tablero político. Hay 43 municipios valencianos „el 8 % del total„ en los que siempre ha ganado el mismo partido las elecciones generales desde 1982, año en que el bipartidismo PP-PSOE se instaló en España.

En 33 poblaciones valencianas impera el PP (antes AP) desde el primer triunfo de Felipe González en el 82. Sus electores resistieron los encantos del felipismo y el atractivo renovador del zapaterismo. Ellos siguieron arrojando a la urna la papeleta azul. «Ista, ista, ista, España es socialista» coreaba el país entero. Pero ellos, como la aldea gala de Astérix y Obélix, resistieron y se mantuvieron fieles a sus esencias conservadoras. No todas son poblaciones remotas y diminutas. Entre todas suman 172.390 habitantes. Las abandera Xàbia, Teulada y Orihuela. Hay otras de tamaño considerable como Rafelbunyol, Nàquera, Albaida o Gata. La gaviota ha campado siempre a sus anchas por estas poblaciones hasta encadenar nueve triunfos electorales consecutivos.

Ni Felipe ganó en Albaida. Como en Albaida (6.000 habitantes). Los perdedores de allí son los socialistas. Dos ejemplos: en el 82 felipista, el año de los 202 diputados, AP obtuvo 18 votos más que el PSOE; y en el 2011 marianista, el aplastamiento fue monumental: 58 % de votos populares frente a 23 % socialistas. ¡35 puntos de diferencia! «Albaida es un pueblo de derechas y eso lo tenemos asumidísimo», dice Eva Tormo, portavoz del PSPV local. «Costó mucho que en unas elecciones municipales ganara la izquierda. Y fue porque un grupo de jóvenes independientes se presentó y luego pactó con el PSOE para gobernar». Aquel pacto, que arrebató la alcaldía al PP, fue seguido de doce años de gobiernos progresistas en el ayuntamiento.

Pero las generales son otra cosa. Siempre ha ganado al PP. Va en la genética local. «Aquí aún predomina el miedo de la vida caciquil. Los poderes fácticos del pueblo siguen manteniendo mucho poder. Aún hoy, en las empresas locales te echan a la calle si te afilias a un sindicato. Eso ha pasado en Albaida», asegura.

Las derrotas encadenadas son duras. «Tienes unos ideales fuertes y mucha ilusión. Te cuesta dinero, horas, enfrentamientos. Y luego llega el Día D y, cuando ves los resultados, dan ganas de desempadronarte e irte al pueblo de al lado. Pero al cabo de dos días ya estás luchando por el proyecto socialista. Porque esto es como un embarazo o como la mili: cuando pasa, sólo te acuerdas de lo bueno. Esto es pasión por la política; si no, no lo haríamos», resume Eva Tormo exhalando el aroma de aquel Alcoyano henchido de moral.

De montaña y agrícola. La música le suena a Tere Reig. Es líder del PSPV de Ador y secretaria general comarcal del partido en la Safor. «¡Aquí nunca toca!», exclama, como si fuera la lotería. «Es un pueblo de montaña y agrícola, muy conservador, y la figura del senyoret ha predominado hasta hace una década, cuando falleció el hombre que poseía la mayor parte de la tierra. O pasabas por él o no tenías faena», relata.

En las municipales han logrado gobernar gracias a un pacto en el seno de Gent d'Ador. Ésta es la segunda legislatura de gobierno progresista. Pero en las generales, el puño socialista siempre ha estado flácido y la rosa mustia: en las cuatro victorias de Felipe González, el PP arrolló en Ador con un porcentaje de voto del 39 al 49 %. Proclama Tere Reig que, pese a las recaídas constantes, los socialistas de Ador mantienen «la moral bien alta y mucha dignidad». Siguen colgando pancartas y haciendo mítines. «Aun así da igual: nos arrasan», concluye.

PSOE: capital Soneja. Del lado socialista, los graneros irreductibles son menos. Muchos menos. Hay diez pueblos valencianos, con 5.381 habitantes en total, en los que siempre ha vencido el partido fundado por Pablo Iglesias. Que no ha conocido otras siglas ganadoras tras el hundimiento de la UCD. Sus habitantes desoyeron el «váyase, señor González» y revalidaron su confianza en el PSOE agonizante de 1996 y 2000. Dieron la victoria al último Felipe y al efímero Joaquín Almunia. No se dejaron convencer por el Aznar transformador ni por el Rajoy triunfante de 2011, pese al paro y la prima de riesgo en escalada. Estos pueblos sí que son pequeños: desde los 44 vecinos empadronados en Sempere a los 1.489 de Soneja, el mayor feudo valenciano de los socialistas en las elecciones generales. La víctima allí es el PP que comanda Rosario Martínez.

Cuando se abren las urnas en Soneja y el presidente de mesa canta las papeletas, el soniquete parece tan salmódico como el de la lotería de Navidad: «PSOE, PSOE, PSOE, PSOE, PSOE?». En esas mesas siempre está Rosario. «Aguantando el tipo, porque ya sabes lo que va a pasar», resume. «Es un pueblo profundamente de izquierdas, con una convicción política muy clara», señala la portavoz popular. Pero rápidamente entona un mea culpa poco común en política. «Hemos sido una oposición muy poco valiente. Sabemos que Soneja es un feudo socialista y nos conformamos sin hacer una política muy activa».

Rosario tiene 51 años. Entró al ayuntamiento como concejal con 23 años. Luego lo dejó y hace un tiempo volvió a la brecha. Recuerda «cositas» feas, como cuando pintaron el pueblo con inscripciones «Vota PSOE» que duraban meses y meses sin ser borradas. Una campaña permanente. «Eso lo aguantábamos. No hemos sido beligerantes», recalca. ¿Una victoria de Rajoy en Soneja? «Eso es imposible: ni Rajoy ni nadie que represente al PP lo conseguiría», se sincera. Y se permite, con una ligera risilla y como quien comete un pecado menor, una confesión: «Me haría mucha gracia ver las caras de algunas personas si esta vez no ganara el PSOE».

Un «paracaidista» en Sempere. Un paracaidista necesitó el PP para reactivar a su partido en la diminuta Sempere. El hombre elegido fue José Morgan, nacido en Valencia y actualmente en el equipo de Vicente Betoret. Morgan es sincero: «Yo nunca había pasado por allí. Pero el partido no tenía a nadie que se presentara en Sempere y me lo pidió». Ya ha concurrido en dos comicios locales. Y ha conseguido el objetivo: reconstruir el partido con una persona del pueblo que ya es concejal. En las últimas municipales perdieron la alcaldía por los pelos: 24 votos el PSPV, 22 el PP y dos nulos. «Hay muchos familiares del alcalde y el censo está hinchado con gente empadronada que no vive allí. Pero el pueblo es de izquierdas, no vamos a engañarnos», sostiene Morgan. Paradojas de la ideología, puede aclamarse a un socialista histórico, Juan Negrín, y su famoso lema: «Resistir es vencer». Nunca se sabe cuándo. Quizá el domingo.

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