Año 1981. Campus de la Universitat de Bellaterra. Ximo Puig, estudiante de 22 años, hacía autoestop, entonces muy de moda. Y un profesor de Economía y concejal del PSC en Barcelona llamado Pasqual Maragall detuvo su automóvil y se prestó a llevarlo. Añadió la recomendación de que en adelante se pusiera en otro punto cercano por donde él pasaba habitualmente. Fue el primero de media docena de viajes. Empezó una amistad que se cultivó en la etapa en la que Puig fue jefe de gabinete de Joan Lerma y, sobre todo, alcalde de Morella.

El día que Maragall tomó posesión como presidente de la Generalitat, un 20 de diciembre de 2003, allí estaba Puig, con el entonces líder del PSPV, Ignasi Pla. Casi doce años después, el de Morella entró en el Palau como presidente. La esposa de Maragall, Diana Garrigosa, le trasladó a Puig la «emoción» y alegria que sentían ella y su marido. El Alzheimer hacía ya mucho tiempo que había secuestrado la memoria pero da alguna tregua sutil para las emociones. Se comprometieron a devolverle la visita. Ayer, Puig y Maragall se reencontraron en Valencia. Lo acompañó en la visita el presidente de honor de Acció Cultural del País Valencià, Eliseu Climent. Maragall también fue recibido afectuosamente por el alcalde Joan Ribó en el Ayuntamiento de Valencia.