El PP valenciano es un árbol de hoja perenne. Resistente a incendios y catástrofes. El discurso del miedo de los últimos días ha calado en el electorado, que ha dado finalmente un menor apoyo a la alianza entre Compromís, Podemos y Esquerra Unida del que presagiaban las encuestas, incluidas las de a pie de urna.

Los populares valencianos recuperan cuatro puntos con respecto a las últimas elecciones, las de diciembre pasado, y la gran conclusión es que el temor a aventuras sin experiencia ha podido más que el peso de la corrupción y el despilfarro. El PPCV ya ha pagado su factura por estos hechos. Es lo que los votantes dijeron ayer. Y no es diferente a lo que dijo el resto de españoles.

El aumento de cuatro puntos de los populares se traduce en dos escaños más de los once de hace seis meses. Uno es el nuevo que entraba en juego en Valencia (de quince se ha pasado a 16). Otro lo gana en Alicante a costa del PSPV. El liderazgo de Isabel Bonig queda blindado con estos resultados, mejores que los del partido en toda España. Vía libre a la exconsellera hasta las autonómicas de 2019. Podrá hacer y deshacer sin que nadie mueva ni la ceja. Recupera además el liderazgo en Valencia, perdido en diciembre, a pesar de tener a todo el grupo de concejales de la capital imputado por presunta financiación ilegal.

Los socialistas crecen en porcentaje de voto, pero pierden un diputado. Un resultado de los que permite a los líderes sonreír a pesar de no ofrecer buenos datos.

En todo caso, el PSPV queda anclado como tercera fuerza valenciana y ve como la brecha con los populares vuelve a crecer. Hace un año, tras las elecciones autonómicas, estaba en seis puntos. Hace seis meses, era de más de diez. Hoy son casi quince. No es tan profunda, no obstante „siempre son posibles interpretaciones optimistas„, como en 2011 (17 puntos).

A la Valenciana es la gran perdedora de la noche. Es lo que transmitían anoche los rostros en la plaza del Pilar de Valencia. No ha perdido diputados con respecto a diciembre, pero no ha notado la incorporación de EUPV a la alianza de Compromís y Podemos.

Las encuestas realizadas a principios de mes pronosticaban que la confluencia podía alcanzar al PPCV y permitían a los líderes soñar con ser primera fuerza, el lugar del que los populares no se bajan desde las generales de 1993. Pero no pasó ayer nada de eso. Al contrario, retrocedió en votos. En diciembre, la suma de unos y otros ascendía a 785.512 papeletas. Ayer, reunidos bajo la marca A la Valenciana obtenían 129.617 votos menos. Es un agujero importante, del 16,5 % de votos. Los dirigentes tenían motivos anoche para no festejar.

Los resultados definen una mayoría de centroderecha clara en el territorio valenciano. Y es importante, porque hace seis meses el panorama era inverso: el bloque de izquierdas sumaba 50.000 votos más que el de centroderecha. Hoy, este tiene una ventaja de más de 100.000 papeletas.

La recuperación de 79.263 votantes del PPCV ha sido fundamental para este vuelco, pero también que Ciudadanos resiste mejor en la C. Valenciana que en el resto de España. Pierde un punto en apoyo, casi 40.000 sufragios, pero Toni Cantó puede alardear ante la dirección estatal del partido que mantiene a sus cinco diputados, algo que pocos territorios pueden decir, pues la formación de Albert Rivera cae de cuarenta a 32 escaños en el Congreso.

El resultado obliga a lecturas en clave autonómica. Las fuerzas firmantes del Pacto del Botànic, que sostiene al gobierno bipartito de PSPV y Compromís, retroceden. Ximo Puig puede poner sobre la mesa un ligero avance en votos „que no en diputados„ con respecto a diciembre, si bien cabe preguntarse si es la rentabilidad suficiente tras un año de presidente de la Generalitat.

Los datos de anoche significan que, de ser unas elecciones autonómicas, el PP tendría una mayoría holgada con el respaldo de Ciudadanos para recuperar el Palau de la Generalitat.

Por contra, Mónica Oltra, el rostro valenciano de Unidos Podemos, es la que más pierde. Se ha implicado directamente en la campaña de Pablo Iglesias, al que ha acompañado en varios mitines por España, incluido el de cierre de campaña en Madrid, y la coalición vivió ayer un frenazo a sus sueños de poder. Si en alguna mente entraba la estrategia de reclamar la jefatura del Consell tras una hipotética victoria valenciana de la confluencia de izquierdas, ha llegado la hora de despertarse.

Igual que para la delegación valenciana de Podemos ha llegado la de replantearse si mantiene solo su apoyo desde fuera al Ejecutivo de Puig y Oltra o pasa a ensuciarse las manos, porque con el plan desarrollado hasta la fecha no progresa. Al contrario.

La sociedad valenciana „como la española„ se ha polarizado, pero unidireccionalmente, en la misma en que lo ha estado desde hace 23 años. A pesar de casos Taula, Gürtel, Emarsa, Nóos? Los votos no limpian la corrupción, pero dejan un mensaje.