Un anillo ciclista, segregado, que rodee el centro, junto al corte de tráfico de aquellas calles que se utilizan como un atajo; eliminar plazas de aparcamiento, mientras se revisan los contratos en concesión de los aparcamientos públicos y se establecen plazas para residentes en los barrios que poco o nada tienen que ver con la actual zona naranja; mejorar y potenciar el transporte público en la ciudad con prioridad semafórica, más autobuses y mayor frecuencia de paso; colocar badenes que eviten un aumento excesivo de velocidad mientras se establece un máximo de 30 kilómetros hora en toda la urbe...

Compromís presentó ayer las propuestas sobre movilidad que lleva en su programa electoral, en aras de convertir Valencia en una ciudad «que invite a desplazarse andando, en bicicleta, en transporte público y, en último lugar, en vehículo privado». De hecho, Compromís ha realizado un plan de movilidad que, aunque es «ambicioso» y supone un cambio radical en la concepción de los desplazamientos en la ciudad, «no supone una gran inversión». Hasta la concejalía cambiaría de nombre y pasaría de ser el área de Circulación y Transportes a ser la de «Espai Públic i Mobilitat». Ahí reside la esencia del proyecto global. Así lo anunció ayer el candidato de Compromís a la alcaldía, Joan Ribó, junto a Giuseppe Grezzi y Vicent Torres, dos de los miembros de la coalición que han trabajado en la elaboración del proyecto.

La previsión es realizar el plan de movilidad de forma gradual, pero ¿por dónde empezar? Joan Ribó lo tiene claro: «La primera medida que adoptaríamos sería realizar el anillo ciclista y cortar el tráfico en aquellas calles que se utilizan como atajos (como la calle Maria Cristina, frente a la Lonja). La peatonalización total del centro histórico es el objetivo, pero queremos hacerlo con el consenso de comerciantes y vecinos». En segundo lugar, y de forma progresiva, Compromís plantea la «redistribución de los espacio públicos», primero, creando zonas de estacionamiento para motocicletas junto a los pasos de peatones para «liberar las aceras», mientras, de forma gradual, se eliminan plazas de aparcamiento en la calzada con el objetivo de «ganar espacio de forma que se pueda crear una red de carril bici segregada y mejorar la zona para el paso de autobuses y taxis». Esta reducción progresiva de plazas iría acompañada de una «revisión de la gestión de los aparcamientos públicos de la ciudad y de la creación de plazas para residentes. Pero no como la actual zona naranja, que perjudica a los vecinos, lucra a las empresas y no soluciona el problema de la falta de aparcamiento».

Además, Compromís apuesta por una «ciudad 30» ya que «es la velocidad que permite a todos —viandantes, ciclistas, transporte público y vehículo privado— circular con seguridad». Para impedir que se supere la velocidad límite, la coalición propone la instalación de badenes «algo a lo que se ha negado este ayuntamiento de forma sistemática y que es la única medida que sí o sí, obliga a circular más despacio».

Predicar con el ejemplo

Para mejorar el transporte público de la ciudad, Compromís considera «indispensable» obtener la ayuda del Contrato Programa, una ayuda estatal que solo se concede «cuando se realiza un plan que integre también el área metropolitana». Sin embargo, en el fomento del transporte público también incluyen al sector del taxi. Es más, Joan Ribó se mostró partidario de dejar los coches oficiales a un lado (aunque mantenga los vehículos para determinadas ocasiones) y que los desplazamientos de gobierno y oposición por la ciudad se realicen en taxi.

Por último, la coalición propuso el fomento del «uso compartido del vehículo privado» tal como ocurre en diversas ciudades europeas. «Lo que pretendemos es implantar medidas que funcionan y son rentables», concluyó Ribó.