?La polémica envuelve al juez Eloy Velasco allá por donde va. Se hizo famoso con sus viajes a Belfast (Irlanda del Norte) para conseguir la extradición del ex preso etarra De Juana Chaos, y ahora ha obligado al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero a pedir explicaciones al presidente venezolano por las supuestas relaciones entre ETA y las FARC con la connivencia del Gobierno venezolano.

Habría que recordarle a su señoría la visita del número dos de la guerrilla colombiana de las FARC a Valencia el 21 de febrero de 2000. El entonces presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, recibió en el Palau al portavoz negociador de las FARC -considerado por la UE y EEUU como grupo terrorista-, Luis Edgar Devia, más conocido como "Raúl Reyes". En aquellos momentos, el juez Velasco formaba parte del Gobierno de la Generalitat como director general de la Conselleria de Justicia.

Juez de instrucción desde 1988, en 1995 entró en política de la mano de Zaplana en el primer gobierno del Partido Popular en la Comunitat Valenciana, hasta que en 2003 fue destituido por el primer equipo de Francisco Camps en la Presidencia.

Su paso por la política valenciana dejó recuerdos más ostentosos si cabe que sus polémicas actuaciones jurisdiccionales desde la Audiencia Nacional.

La Ciudad de la Justicia fue su obra faraónica. Se empeñó en que había que construir un edificio inteligente que albergara todos los juzgados de Valencia entre paredes de cristal. Y lo consiguió, aunque no sea tan inteligente..., como vienen demostrando las múltiples deficiencias estructurales que salen a la luz día a día.

Su frase, "quien paga manda", hacía eco por los pasillos del Palacio de Justicia, sede del Tribunal Superior, donde ponía contra las cuerdas al estamento judicial, aquél al que había pertenecido y al que volvería ocho años después pese a que el recibimiento no fuera lo cálido que cabría esperar.

Juez de instrucción, como sigue siendo ahora en la Audiencia Nacional, Eloy Velasco se invistió de "autoritas y potestas" en cuanto dejó su juzgado como Director General de Justicia. Sus divergencias con el decano de los jueces de Valencia le valieron su destitución cuando éste accedió también a la política como secretario autonómico, un escalón por encima de Velasco.

Se trataba de Fernando de Rosa, que pasó a ser conseller de Justicia con Camps y hoy vicepresidente del Consejo General del Poder Judicial.

Las formas les separaban. En la primera mesa de negociación con los sindicatos de Justicia del Gobierno de Camps, les llamó "zánganos". Desde esas instancias le recuerdan por haber reducido las plantillas de los juzgados de lo penal. "Prepotente y autoritario" son los adjetivos con los que lo califican.

Mediático, supo utilizar a la prensa incluso desde su función de juez. Pero no volvió a ejercer en Valencia durante mucho tiempo y pidió su traslado a Madrid, al Juzgado de Instrucción número 24. Sus compañeros no le iban a recibir con los brazos abiertos. Fue el anterior Consejo del Poder Judicial quien le nombró juez de la Audiencia Nacional, antes de finalizar un mandato que se había prorrogado de forma anómala.

Fue el único juez que apoyó la huelga judicial desde la Audiencia Nacional y está entre los primeros firmantes del manifiesto contra la politización de la justicia.