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A Joel Kotkin no le gusta el mapamundi. No le vale como espejo de la realidad geopolítica del mundo y por eso ha escrito en la revista Newsweek el certificado de defunción de las fronteras tal como hoy se aceptan y la partida de bautismo de un nuevo orden mundial que, entre otras conclusiones, redescubre el descrédito internacional de la imagen de España. Anima a repensar la ordenación del mundo, a olvidar los mapas trazados con motivaciones políticas y a reordenar el mapamundi de otro modo, organizando a los países en diecinueve grupos que en el texto se anuncian definidos por nuevos criterios más válidos que la diplomacia -como "la historia, la raza, la religión y la cultura"-, pero en los que también se consideran relevantes factores económicos y de desarrollo. El hilo que enhebra cada conjunto de naciones es, dice el autor, un vínculo determinado "por la afinidad, no por la geografía". Y España sale mal parada porque el nuevo mapa la sitúa en lo que la nomenclatura peculiar de Kotkin denomina "repúblicas de la aceituna", con compañeros de viaje seleccionados en la periferia pobre del sur de Europa y la cuenca mediterránea: Grecia, Portugal, Italia, Croacia, Kosovo, Macedonia, Montenegro, Eslovenia y Bulgaria.

Están estas "tierras de aceituna y vino" muy alejadas de los niveles de prosperidad que el autor adjudica al grupo que ejerce como cabeza tractora de Europa, la "Nueva Hansa", que remite en su denominación a la Liga Hanseática noreuropea que controló el comercio en la Edad Media. Aquí, Alemania comparte espacio y confort con los Países Bajos y los nórdicos. Mientras estas naciones han conseguido generalizadas muestras de admiración a sus estados del bienestar, "cuentan con algunas de las más altas tasas de ahorro del mundo" y con "impresionantes niveles de empleo, educación e innovación tecnológica", los aceituneros y pisaúvas del sur viven "a la zaga" de sus equivalentes nórdicos "en prácticamente todas las categorías". Las tasas de pobreza, sostiene Kotkin sin hacer distinciones entre los países que integran el grupo, "las tasas de pobreza son casi dos veces más altas y las de empleo entre un diez y un veinte por ciento inferiores. Casi todas las repúblicas de la oliva -lideradas por Grecia, España y Portugal- tienen enormes deudas públicas en comparación con la mayoría de los "países Hansa" y, por si fuera poco, algunos de los más bajos índices de natalidad.

Francia, "ese lugar peculiar"

A medio camino entre Hansa y la aceituna, Kotkin identifica una amplia nómina de "zonas fronterizas" que "buscan su sitio", entre las que incluye al Reino Unido al lado de Irlanda, Bélgica, Hungría, Islandia, República Checa, Eslovaquia y las naciones bálticas. Aparte, aparece "ese lugar peculiar llamado Francia", que "ya no es un gran poder" y se define como "más consecuente que una república de la aceituna, pero no tan fuerte como Hansa". París es, eso sí, una de las nuevas "ciudades-estado" que agradan a Kotkin, aunque no tanto como Londres, "centro financiero y mediático, ciudad de clase mundial en un país de segunda categoría". En esta clase figuran también Singapur y Tel Aviv.

En América, el geógrafo afirma que yerran los que sitúan a Estados Unidos y Canadá "en las garras de la decadencia inexorable". Para él, este grupo cuenta con "muchas ciudades de clase mundial, la mayor economía de la alta tecnología y el liderazgo de la producción agrícola" y comparte la "clase alta" y el motor del desarrollo con la "Nueva Hansa" europea o, con algunos matices, el "Imperio medio" de China, "superpotencia emergente", Hong Kong y Taiwán. Al sur de la alianza norteamericana, la cosa cambia. Están "los liberales", "portadores de la democracia y el capitalismo en América Latina" (Chile, Colombia, Costa Rica, México y Perú), pero también las "repúblicas bolivarianas", que viran "hacia la dictadura" y se definen por "su antipatía histórica hacia Estados Unidos y el capitalismo": Venezuela, Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua e incluso Argentina.

Brasil, con "la mayor economía de Sudamérica pero enormes problemas sociales", figura entre los entes "autónomos" junto a otros países inclasificables por su singularidad. Aquí aparecen, además de Francia, la India por su "rápido crecimiento" pero con sus 1.300 millones de personas en la pobreza; Japón y Corea del Sur, recién "reemplazados por China como la economía número dos del mundo" y Suiza.

A la distribución de Joel Kotkin no se le escapa tampoco el renacimiento de lo que denomina "imperio ruso" -Rusia con Armenia, Bielorrusia, Moldavia y Ucrania- ni el peligro del "salvaje Este", el "centro de la discordia" localizado en Afganistán, Pakistán, el Cáucaso y otras zonas en conflicto. El autor habla asimismo del daño que la "ideología extremista" ha hecho a las posibilidades de Irán como "potencia emergente" y despacha África distribuyéndola en tres áreas diferenciadas: el renaciente "Imperio del Sur" frente a los subsaharianos y los "destellos de progreso" que observa en el "cinturón magrebí".