La entrada de Félix Kipkemboi Keny fue recibida como si un título de liga o una adjudicación olímpica se tratara. El atleta, de Kenia, claro, entraba en meta con un tiempo de 2:07.14. De esta manera se batía el récord de maratón en territorio español. Esto es, nadie hasta ahora había corrido tan rápido en ninguna otra ciudad. Dieciséis segundos menos que el tiempo que lideraba las listas hasta ahora, consegido en Barcelona.

Se dieron para ello todas las conjunciones astrales: un día perfecto de temperatura, humedad y viento y buenas piernas del keniano. Se estuvo, como siempre, con el alma en vilo hasta que el atleta entró con el objetivo cumplido, para algazara general.

¿Por qué es tan importante batir no ya el récord de la prueba (en 45 segundos), sino el de suelo español? Porque eso es el mejor reclamo que se puede ofrecer para la prueba. «El maratón más rápido de España». Suena bien. El corredor nacional ya sabe dónde tiene que ir para conseguir su mejor marca personal. Y al corredor foráneo le hablarán de una ciudad fantástica, una salida y una llegada emblemática, una oportunidad ideal para hacer turismo... y lo mismo: un trazado donde más que correr, volará. Y eso redundará en más participantes, más prestigio, más movimiento económico y, en definitiva, más de todo y todo bueno.

La historia del récord es sencilla de contar, que no de realizar: Nicholas Kemboi, que marcó el tirmo hasta medio maratón (1.03:44). A partir de ese punto fue Jakop Kendagor, ganador del medio maratón de Valencia hace un mes, el responsable de mantener ritmo de poco más de 3 minutos kilómetro hasta el 30 (1.31:02), momento en que Félix Kipkemboi Keny se puso al frente de la prueba, rompió el paquete y se quedó con la sola compañía de John Mwangangi y Amanuel Mesel. No se vino abajo en el muro y consiguó la victoria con una sonrisa de oreja a oreja.

Por ello, el concejal Cristóbal Grau estaba especialmente contento: «Este es un paso más dentro de un proyecto que empezamos hace tres años. Sabíamos que el maratón era una prueba que había que revitalizar y que podíamos hacer de ella un acontecimiento muy importante. Seguimos en disposición de hacer grandes cosas». Había hasta lágrimas en algunos ojos.

Cuando a Keny había sido ya suficientemente abrazado, llegó la siguiente noticia: Azalech Masresha hacía su entrada con un tiempo de 2:27.01. Un minuto y siete segundos menos que María Abel.

Hay que valorar las marcas como un paso más dentro de un camino que tiene todavía mucho recorrido. Por ejemplo, el tiempo de la carrera masculina sirve para entrar en las listas de la IAAF. Es el 150.º tiempo más rápido de todos los tiempos y el 33.º del año. Esto quiere decir, obviamente, que quedan peldaños por subir. Pero para eso hay todo el tiempo del mundo.

El nuevo trazado, un acierto

Uno de los mejores pasos es la inteligente reconstrucción del recorrido. Más rápido y llevadero y, sobre todo, con un fantástico tramo final, «picando» ligeramente hacia abajo y, lo más importante, pasando por el centro de la ciudad, que ayer sí que salió a la calle a animar.

El éxito es incontestable y hay que saber explotarlo. Pero no todo fueron alegrías. El contencioso de Carles Castillejo con la organización, quejándose de que no tenía liebres, continuó ayer. El atleta acabó retirándose en el kilómetro 17 y vertió todo tipo de declaraciones incendiarias. «Me siento engañado y estafado. Se me prometieron unas condiciones de carrera que no han existido». El director técnico de la SD Correcaminos, Francisco Borao, aseguró que «nunca se le prometieron dos liebres, sino que había un grupo para hacer marca. A lo mejor el problema era que no estaba bien físicamente». También ha habido malestar por parte de otros clubes valencianos y que los últimos atletas se quedaran sin medalla.

Si Valencia quiere seguir creciendo, tendrá que pulir defectos y reforzar las virtudes. Lo que quedó demostrado ayer, una vez más, es que la ciudad puede estar al nivel de las mejores del mundo. Está en el buen camino.