Rob es un periodista inglés que con su mujer australiana, Penny, lleva un año recorriendo el mundo. Desde hace unas semanas Rob vive en Valencia y el domingo decidió acercarse a Paterna para conocer su Cordà, escribir un reportaje e intentar venderlo a algún medio británico o australiano. Tras el Pasacalle de Cohetes de Lujo y visitar el local de la Quasipenya, Rob decidió presenciar la Cordà desde la puerta del bar de la Sociedad de Cazadores, en la misma calle Major, a pie de pista, apenas separado de los tiradores „con su certificado de expertos, su traje de cuero y su casco de protección„ por una rejilla de malla. Veintidós minutos y 40 segundos después de que la traca diese la señal de comienzo del espectáculo, tras ver y escuchar como ardían algo más de mil kilos de pólvora en forma de 70.000 cohetes, después de que un cajón explosionase justo ante sus narices y corriera a refugiarse en el interior del bar tras ser alcanzado por las chispas, Rob lo tenía claro: «ha sido la cosa más loca que he visto en mi vida».

José Antonio Monrabal, el Cotito, conoce la Cordà mucho mejor que Rob. De hecho, el «coeter major» de Paterna, es uno de los principales encargados de que este espectáculo pirotécnico se celebre cada año y sea cada vez más popular. También marca el comienzo y el fin de los disparos y recorre de arriba a abajo la calle Major para comprobar que todo va yendo bien. Y, pese a todo, su opinión de la Cordà no difería ayer demasiado de la del periodista inglés: «açò no és massa racional, però és molt emocionant».

Pero, al menos en este caso, la locura tiene unos límites y parece que la Cordà de Paterna está llegando al suyo. La de 2016 fue, en palabras del propio Monrabal, una Cordà magnífica, gracias sobre todo a la brisa que corría por Paterna desde la tarde y que permitió disipar el humo de los cohetes lo suficiente para que los tiradores pudieran ver con claridad, coordinarse mejor a la hora de encender los explosivos y disfrutar aún más del espectáculo. Tanto la cantidad de pólvora quemada como el número de cohetes disparados es similar a la del pasado año, pero en esta edición han participado 356 tiradores, 41 más que en 2015, y el tramo de 120 metros de calle Major donde se desarrolla la Cordà apenas puede crecer más, ya que en uno de los extremos se toparían con una gasolinera y en el otro con la Plaça Major. Pese al mayor número de tiradores, según señalaba Cotito ayer, estos aún no se molestan los unos a los otros, e incluso el número de heridos ha descendido respecto a 2015 (15 leves frente a 26). Pero el «coeter major» lo subrayó en la madrugada del lunes: «Trescientos cincuenta tiradores son muchos pero aún se pueden mover, aunque supongo que en algún momento habrá que poner un límite».

También alcalde Juan Antonio Sagredo, que participó en la Cordà por séptimo año, apuntó a que la cifra de participantes del lunes puede marcar un límite, aunque apuntó que debe ser el Consejo Sectorial de la Cordà el que debe decidir si se aprueba un aforo máximo. Sagredo calificó de «inigualable» la edición de la pasada madrugada y agradeció a todos los tiradores «su pasión, respeto y entrega a este acto que engrandece la fiesta, la tradición y la historia de Paterna y fortalece las señas de identidad y que puede obtener la declaración de Fiesta de Interés Turístico Nacional».