Un millón de trabajadores, según el sindicato mayoritario CGIL, se manifestaron ayer en las principales ciudades italianas para protestar contra el ajuste presupuestario recientemente aprobado por el Gobierno de Silvio Berlusconi y que prevé la congelación de los sueldos de los funcionarios hasta 2013 y el recorte del presupuesto destinado a las regiones y demás entes locales, así como a los entes públicos en general que prevé un ahorro de más de 24.000 millones de euros. Las protestas coincidieron además con una huelga general convocada por el mismo sindicato y que paralizó gran parte del país transalpino.

Aun con todo, la CGIL fue el único sindicato que ha rechazado abiertamente el ajuste, que define como "equivocado, injusto y deprimente", ya que carga el peso de la corrección económica "sobre las espaldas de los de siempre".

Las principales movilizaciones fueron las que tuvieron lugar en Roma (centro), Nápoles (sur), Milán y Bolonia (norte). Ésta última fue la localidad elegida como centro de operaciones. Desde allí, la subsecretaria general de CGIL, Susanna Camusso, denunció que el ajuste sólo pide sacrificios a los trabajadores y a los ciudadanos de a pié mientras que tendrían que ser "los que tienen más" los que contribuyan en mayor medida a remediar la crisis.

Los líderes de la oposición también se manifestaron como muestra de apoyo a los trabajadores. En Nápoles, lo hizo el líder de Italia de los Valores (IDV), Antonio Di Pietro, mientras que en Milán, se adhirió a la protesta el secretario general del Partido Demócrata (PD), Pierluigi Bersani.

Di Pietro eligió Nápoles para apoyar a los trabajadores de la fábrica de Fiat en la vecina Pomigliano d'Arco. El grupo automovilístico negocia con los trabajadores la posibilidad de trasladar a esta planta la fabricación del modelo Panda, una operación que aliviaría la difícil situación laboral en esta región. Aunque la mayoría de los trabajadores apoya las condiciones laborales de Fiat, otra parte las rechaza, lo que podría hacer que el grupo acabe cerrando la fábrica. En este contexto, el líder de IDV aprovechó para expresar su apoyo a los trabajadores porque "es la economía real la que se está yendo a pique y el ajuste del Gobierno no ayuda", aseguró.

Por su parte, Bersani, que se manifestó en Milán, la capital económica del país, pidió a Berlusconi que dé marcha atrás y cambie este plan de austeridad "injusto e inicuo" que "golpea los servicios y las rentas básicas". La huelga fue nacional, a excepción de las regiones de Liguria, Toscana y Piemonte que pararán el 2 de julio.