Cuando empezó a recibir las primeras noticias de París, como siempre le ocurre, la mente de Pablo Broseta Dupré emprendió un doloroso viaje al pasado. A 23 años atrás, cuando unos pistoleros de ETA le arrebataron a tiros a su padre, el catedrático valenciano Manuel Broseta. No lo puede evitar. Cuando el domingo por la noche vio las primeras imágenes, el consul honorario de Francia en Valencia y Castelló percibió «una situación de guerra» y de «barbarie» en el corazón de la cuna europea del laicismo y la libertad, en la patria de Voltaire, Rousseau y Sartre. Diez meses después de los ataques contra Charlie Hebdo, el yihadismo ha vuelto a golpear a la Ciudad de la Luz. A una escala todavía mucho más sangrienta.

¿Por qué Francia otra vez? «Francia —responde Pablo Broseta— es objetivo prioritario de estos salvajes intolerantes, igual que lo es España o el mundo moderno que defiende la libertad, el Estado de derecho y los valores occidentales. Dentro del conjunto europeo, la República Francesa es un claro ejemplo de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Pero, además, es un país claramente comprometido en la lucha por la defensa de esos valores y, por lo tanto, en la lucha contra los enemigos de esos valores. Y eso posiciona a Francia como objetivo».

El cónsul de Francia comparte que uno de los fines que persiguen los terroristas es que se extienda el miedo en las sociedades democráticas. Pero descarta que cale hondo ese temor. «Es inevitable que continuemos con nuestra vida con absoluta normalidad. No es posible que una sociedad como la nuestra deje de ir al cine, al teatro o de salir un viernes por la noche a cenar con sus amigos. La vida continúa y así debe ser, porque es la mejor forma de plantar cara a un sistema y unas actuaciones que tratan de modificar nuestra conducta y nuestra vida diaria para acabar afectando a nuestros valores. Pero, además de mantener nuestra forma de vida, como ciudadanos libres del mundo que somos, hemos de manifestar nuestra sincera proximidad al entorno de las víctimas y dejar clara constancia de nuestra absoluta repulsa. Y de que nosotros formamos parte de los buenos y estamos frente a ellos», insta.

Xenofobia limitada

Preguntado por las posibles repercusiones que estos atentados puedan tener en la respuesta europea a cuestiones como la inmigración o la acogida de refugiados que escapan de zonas violentas, Broseta Dupré espera que la conmoción por la tragedia no sirva como parapeto a un endurecimiento de estas políticas. «Como representante de un país tolerante, integrador y defensor de los derechos individuales, creo que no ocurrirá. Siempre pueden producirse reacciones xenófobas en grupúsculos extremistas. Pero no creo que pueda suponer un paso atrás por parte de los gobernantes de países libres y democráticos. Más bien espero que suceda todo lo contrario.

El cónsul cree que la sociedad es «adulta» y sabe que «quien viene aquí es porque ha tenido que huir de su lugar de origen». «Nadie deja toda su vida para marcharse a un sitio con total inseguridad si no es por una razón de supervivencia y de absoluta necesidad», afirma Broseta, con la doble nacionalidad hispano-francesa (por el origen de su madre) y que desde 2010 ejerce como representante oficial de Francia en Valencia y Castelló.