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Derbi y Sant Vicent

El derbi santo de Quico Catalán

El presidente del Levante UD se desdoblará para vivir el día del patrón de Valencia como miembro del Altar de Russafa y de los Cavallers Jurats de Sant Vicent y el partido de su equipo - Las dos pasiones constituyen la esencia del clan Catalán

Quico Catalán posa ante el Altar de Russafa, al que pertenece desde que nació, como casi todos los miembros de la familia Catalán. germán caballero

«Alguien que quiera encontrar a Quico Catalán sabe que en Sant Vicent siempre estará en Valencia y en su altar, con su familia». Es el propio presidente del Levante UD quien realiza esta aproximación, revelando tres axiomas en los que se sostiene su figura: familia, tradición, fe. Hoy es día de derbi en la ciudad, una exaltación de símbolos paganos que tendrá su contrapunto en la devoción por Sant Vicent Ferrer, a quien no se le conoce equipo preferido. «Es el patrón de todos los valencianos; igual querría un empate», bromea Quico Catalán, que entre procesiones hoy recorrerá la distancia entre Dios y el fútbol. «La fiesta de Sant Vicent es un sentimiento heredado de mis mayores, ese sentimiento de pertenencia al altar», corrobora el dirigente.

Se podría decir que, antes de ser Quico, el hijo de Pedro Catalán ya era levantinista y vicentino, responsabilidad directa del abuelo: «algo bueno hizo para que hayamos heredado esto. Es muy bonito, representa un poco el encuentro de toda la familia. Desde que nací y aunque vivía en Madrid mi padre nunca dejó de estar en Sant Vicent en Valencia. Sabíamos que estos tres días eran para estar en casa de mis abuelos».

El propio Catalán se explica como un eslabón más en la cadena de una familia en la que, desde hace tres generaciones, se mantienen dos pilares. Uno es la religión, vehiculada a través de la devoción por el patrón de Valencia. Quico Catalán es Cavaller Jurat de Sant Vicent Ferrer, igual que lo fue su abuelo y lo son su padre y su tío. Pero por encima de este cargo él se reconoce como miembro del Altar de Russafa, una asociación en la que abunda el apellido familiar. De sus antepasados a sus hijos, que hoy son niños del Miracle. El otro pilar es, claro, el equipo del abuelo. «En realidad viene de mi bisabuelo, de la rama del Gimnástico. Yo defiendo una institución que siento como mía y que tiene tanta historia, tanta tradición y tanto que contar... Hoy sigue latente la parte del Gimnástico y también la del Cabanyal. Es una institución muy de Valencia», recalca. Él se adjudicó la tarea, quién sabe si antes de ser consciente, de mantener el legado: «Tenemos la responsabilidad de transmitir aquello que hemos heredado, me refiero a sentimientos y a una forma de vivir, para que la cadena no se rompa. Estoy muy orgulloso de lo que he recibido porque me ayuda en el día a día. Mi abuelo y mi padre querían tanto al Levante, como yo, que no me perdonarían que yo lo hiciera mal por hacerlo mal».

A un lado las pasiones, queda una cuestión más compleja. ¿Cómo se relaciona Quico Catalán con la religión? «No tengo ningún problema en decir que soy católico y practicante, pero a la vez soy una persona de este momento, moderna, y puedo compaginar mis creencias». Asevera, sin embargo, que nunca ha tratado de incorporar sus creencias al club. «Las instituciones están por encima de las personas. A veces la gente no entiende que yo tenga mis creencias, que viva la vida de una forma determinada. No tiene por qué repercutir en el Levante», apostilla.

Esta mañana, Quico Catalán será Cavaller Jurat en la ofrenda al Santo. Luego acudirá a la comida con Amadeo Salvo, recuperada la normalidad entre clubes tras las fricciones en el derbi de la primera vuelta, y verá el partido del equipo del abuelo desde el palco de Mestalla. Al final de la noche volverá a Russafa. «En la procesión de mi altar no sé si estaré, pero para bajar el Santo llegaré seguro», promete.

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