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A contra corriente

Por norma, la paciencia es un bien escaso, más aún cuando hablamos del mundo del fútbol profesional. El frenesí implícito a la inmediatez del resultado es capaz de anestesiar e incendiar los ánimos de un instante a otro, sin explicación aparente. Es el poder del balón que rueda y embriaga, que juzga sin piedad a justos y a pecadores, y que nos hace perder la perspectiva condicionados por las inercias (positivas y negativas) que terminan siempre por distorsionar la realidad, llevándola hasta los extremos. O blanco, o negro. No existe el término medio. Si nos ceñimos a los datos correspondientes al rendimiento del Levante U.D. resulta complicado mantener la calma. Hasta ahora, la llegada de Rubi a Orriols se ha quedado en un cambio en las sensaciones, más no en los resultados. Los números son alarmantes: 5 puntos de 21 posibles, y un balance en casa paupérrimo, con tan sólo un empate cosechado frente a 3 rivales directos como Deportivo, Betis y Granada.

El acicate que supuso el aterrizaje del técnico catalán ha ido perdiendo fuelle. Frente a Granada y Athletic, el Levante fue netamente inferior al rival, tanto en el apartado puramente futbolístico, como en el de la actitud „si es que se puede desligar una cosa de la otra„. Para llegar vivos al tramo final del campeonato, el Ciutat de València debe volver a ser un fortín. Lejos de Orriols, el equipo ha mostrado grandes momentos de fútbol con el catalán al frente del cuerpo técnico. Sin embargo, como local el conjunto azulgrana se siente incómodo e incapaz de desarrollar con fluidez su modelo de juego. La incorporación de Mariño, Xumetra y Ghilas al once puede ser el primer paso de una rectificación sobre la marcha en toda regla. El juego de posesión se ha demostrado, hasta el momento, más vistoso que eficaz. En este sentido, resulta sintomático que la inmensa mayoría de los goles marcados en la era Rubi han sido a raíz de acciones a balón parado. Confío plenamente en la capacidad de técnicos y plantilla de sacar esta situación adelante. No tengo dudas de que la afición seguirá al lado de ellos siempre que demuestren compromiso, y no caigan en la indolencia. A pesar de la difícil coyuntura, el levantinismo nada a contracorriente, y se mantiene al pie del cañón, tal como se pudo comprobar en el multitudinario entrenamiento del sábado. Con todo, la realidad es que la permanencia continua al alcance de la mano de los levantinistas, a tan sólo 3 puntos. Los enfrentamientos contra Málaga, Rayo y Las Palmas serán determinantes, pero la visita de los andaluces se antoja como el partido más decisivo para el Levante en los últimos años. Una victoria devolvería la esperanza y la alegría a la grada, y mantendría intactas las opciones de permanencia. Por el contrario, una derrota sumiría a la entidad en la peor crisis deportiva desde la temporada 2007-2008.

Manolo Salvador deberá de gestionar un mercado invernal plagado de urgencias, con la sensación de no haber sido capaz de apuntalar el plantel joven y renovado que ha de ser la base del Levante del futuro en Primera División.

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