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Bajar al fango

El liderato del Llevant debe ser valorado por las sensaciones y las prestaciones que ofrece el equipo, por el pálpito de superioridad y oficio que transmite a su hinchada, pero también por la potencia de los rivales a los que se ha enfrentado en estas siete jornadas iniciales. Tras un comienzo relativamente asequible „que no fácil„ ante Numancia, Alcorcón y Nàstic, el Llevant ha visitado Córdoba y Elche y ha recibido a Sevilla Atlético y Zaragoza, cuatro de los equipos que estarán a final de Liga en la parte noble de la tabla. Y ha cumplido con creces: pese a la inmerecida derrota en el Nuevo Arcángel, se ha mostrado solvente en los cuatro envites y, lo más importante, sus futbolistas no han tenido ningún reparo en bajar al fango a pelear, cuerpo a cuerpo, cada balón en cada lance. Esta es la principal virtud que puede tener un equipo de Segunda. Cualquier once, en realidad, fuera de los potentados europeos cuyos talones solapan todo mérito. Y de hecho, para el Llevant, mantener esta intensidad cada domingo, se convertirá en la clave con que abordar de forma exitosa el retorno a Primera. Conseguirlo será, en gran medida, el éxito del míster.

Hoy tocará arromangarse, también, ante un Valladolid que genera más respeto por su entidad como club que por los recursos futbolísticos mostrados hasta la fecha, en lo que va de Liga. Los de Pucela porfían por recuperar el esplendor perdido. Como Mallorca, Zaragoza, Córdoba, Elche, Oviedo, Cádiz, Tenerife, Rayo, Almería o Getafe. Cada año son unos cuantos los que intentan imponer la lógica sin éxito. Y es que si fuera tan fácil habría 61 clubs en Primera, todos los que han estado alguna vez y que sueñan con volver. Como mínimo. Esto es como los equipos de Pep Guardiola, que arrasan con un fútbol tan lógico y sencillo€ y que sin embargo solo son capaces de practicar a sus órdenes: la inmensa complejidad de conquistar aquello que parece más fácil. Pues en Segunda y en el Llevant pasa igual: hay que dar un gran mérito al trabajo de Tito, Del Pozo y Quico para confeccionar esta plantilla y, por supuesto, a Muñiz, por conseguir ensamblarla en un tiempo récord.

El propio Llevant ha sufrido interminables travesías del desierto durante las cuales el levantinismo jamás desfalleció, gracias a que el sentimiento granota sobrevivió, por la ilusión de todos aquellos que pusieron el alma en transmitirlo de generación en generación. Como el grauero Manuel Villalba Soriano, vecino de Russafa, que nos ha dejado esta semana. Descanse en paz. Afortunadamente la grada de Orriols se rejuvenece como no podían imaginar, hace dos décadas, ni los levantinos más optimistas. Esta semana el club anunciaba que se han alcanzado los 15.000 abonos. Los granotes merecemos saber cuántos son de pago y cuántos infantiles y gratuitos. Merecemos democracia y transparencia en el club. Aun así, la cifra es extraordinaria.

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