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Soy una afortunada

Soy una afortunada

Es sin duda, el artículo más especial que haya escrito en todo este tiempo. ¿Por qué ahora? Porque como dice el título, me siento una persona afortunada. Tengo gente a mi alrededor que no sé si merezco o no, pero desde luego que me hacen sentir feliz, y eso al fin y al cabo, es lo más importante que hay en la vida.

Durante todos estos meses lesionada, cuando en esos momentos estás a la sombra y no eres nadie, sientes el apoyo verdadero de la gente. Me he llevado más sorpresas que desilusiones. Es más, podría decir que no recuerdo ninguna persona que considere que me ha fallado. Posiblemente las haya habido, pero, como siempre, mejor quedarse con lo bueno.

Escribo esto ahora porque jugaba por primera vez en el campo en el que sufrí la lesión, y quisiese o no, la imagen de ese minuto 85 en el que caí al suelo siendo consciente de lo grave que era, no se me iba de la cabeza. Ayer disputé algo menos de 40 minutos, con un sabor agridulce por el resultado, pero me sentí mejor que nunca, cuando salí a calentar sentí el calor de la gente que vino a vernos, y una vez dentro, la rodilla respondió a la perfección.

¡Gracias! Sobre todo y más importante, a mi familia. Los que mejor me conocen, los que saben cuando necesito una palabra de apoyo, un poco de aire o un abrazo acompañado de un «todo saldrá bien». Sin ellos, todo habría sido más complicado. A mi segunda familia, ya sabéis quién sois, los que el mismo día de la lesión estaban aquí en el sofá de mi casa, y solo con tenerlos cerca me era suficiente para confiar en que volvería.

Mis amigos. No hay Zipi sin Zape, es la frase que me une a una de ellas en concreto. La que ha estado siempre, y cuando digo siempre, es siempre a mi lado. Día y noche, a la que le debo mucho, y esto solo es un pequeño reconocimiento. Gracias por tanto. Al club, directivos, cuerpo técnico y servicios médicos, en todo momento he contado con su apoyo y me han puesto al alcance todos los medios posibles. A la afición, de la cual nunca me ha faltado un mensaje de ánimo. Y, por supuesto, a mis compañeras, las que han vivido el día a día, y un vestuario por el que me dejaría el alma por cada una de ellas. Y no me puedo olvidar de los medios de comunicación que están cada vez más pendientes de nuestro futbol y en especial a Levante-EMV, que me deja cada semana este rincón para hablar de lo que más me gusta.

Todavía me queda trabajar duro para ofrecer mi mejor versión, pero como me dijo ayer mi madre tras el partido; «¡ves como con esfuerzo y constancia todo llega!». Madre no hay más que una y si tiene la razón, hay que dársela.

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