Imparable, imbatible, intratable. El Levante UD de Muñiz propinó ayer un golpe encima de la mesa de la Liga al vencer en la Romareda con una autoridad pasmosa. El olfato de Roger, una muralla defensiva impenetrable y una trabajada capacidad de sufrimiento valieron para sumar otros tres puntos y avanzar en la autopista hacia el ascenso.

El Zaragoza propuso, de inicio, un partido vibrante. Con el césped húmedo por la lluvia, el balón corría con una velocidad endiablada sobre la hierba de la Romareda. El encuentro cobró un ritmo vertiginoso. Tanto, que el encuentro se rompió a los pocos minutos, para alegría de los espectadores y sufrimiento de los entrenadores. Las alternativas eran constantes. Ángel, apoyado por un extramotivado Xumetra, fue un molesto dolor de cabeza para la zaga levantinista. Al minuto dos, el canario ya se había inventado la primera ocasión del duelo con un inteligente desmarque a la espalda de los centrales y un remate sin ángulo que atajó Raúl en dos tiempos.

El Levante UD contrarrestó con un par de oportunidades de Roger, que probó una acrobática chilena y un remate en el área tras un pase de la muerte de Morales. Poco después, el árbitro anulaba un gol del zaragocista Fletscher por un fuera de juego dudoso. En este bonito cara a cara futbolístico, en el que los centrocampistas padecieron un derroche físico agotador, el Zaragoza comenzó a sentirse más cómodo con el paso de los minutos. Xumetra, con un potente disparo desde muy lejos, acarició el gol para los maños. No obstante, el balón se estrelló en la cruceta derecha de la portería levantinista mientras la Romareda, medio vacía, se relamía. Fue la mejor ocasión para los de Agné. La fortuna, sin embargo, sonrió a los de Muñiz. Lo volvió a hacer antes del descanso, cuando un centro envenenado de Morales cambió el partido. El cuero tomó dirección hacia la portería de Irureta y Roger se avanzó a la defensa para meter la bota y rozar el esférico justo ante el meta zaragocista. Irureta, desconcertado, no llegó a blocar el balón, que acabó atravesando la línea de gol, casi sin querer. El gol de los azulgrana dejó helada a la Romareda. De hecho, antes del paso por los vestuarios Espinosa pudo anotar el segundo. Su control en la frontal, tras un buen centro desde la derecha, se le fue demasiado largo.

En la segunda mitad, el Zaragoza fue a tumba abierta a por la remontada. Eso propició que la retaguardia azulgrana tuviese que juntar líneas y apretar los dientes. Por otro lado, Morales, Jason y Roger tuvieron más espacios. Con Postigo y Róber atentos a las coberturas y Raúl muy seguro en sus intervenciones, el partido fue muriendo mientras el Zaragoza se desgastaba. Raúl, con una gran parada de reflejos a Dongou y dos buenas salidas, evitó el empate en otro sufrido descuento. Nada nuevo para los de Orriols que ya suman 55 puntos. Un paso más, y uno menos, hacia la Primera División.