El Levante UD perdió ayer en Vallecas ante un rival inferior pero que se llevó la victoria porque, simplemente, la necesitaba. Además, los azulgrana se enfrentaron a un virus estomacal que dejó fuera de juego a algunos de los futbolistas que iban a ser titulares, como Iván López y Saveljich. Algunos, de hecho, jugaron con molestias.

En contra de lo esperado, el Rayo cedió de inicio la iniciativa al Levante UD. Los vallecanos, en plena lucha por la salvación, prefirieron esperar a los errores del líder en busca de su ocasión. Los de Muñiz se encontraron con el balón, sin saber muy bien qué hacer con él.

El once granota presentaba novedades. Oier bajo los palos, Morales en el lateral derecho y Rubén y Montañés en las bandas dieron descanso a los habituales. Róber repetía como mediocentro, pero a los siete minutos pidió el cambió víctima del virus. Le sustituyó Espinosa, que también arrastraba molestias.

Los azulgrana dieron un desacompasado paso al frente. Puede que por la resaca de la semana de celebraciones, el conjunto de Orriols jugó con excesiva lentitud, sin profundidad, con continuos desajustes y errores en el pase. El Rayo lo detectó pronto. Al cuarto de hora de juego, Embarba aprovechó un buen pase largo de Íñiguez y se plantó ante Oier. El Levante UD reclamó fuera de juego, pero Abraham, descolgado de la línea defensiva, rompía la situación ilegal del rayista. Embarba, lejos de ponerse nervioso, resolvió con un toque sutil e introdujo el balón en la meta levantinista entre las piernas de Oier. Un tanto que podía valer media permanencia para el Rayo y que sacudió el orgullo de los azulgrana.

Hubo que esperar a la media hora de partido para que llegase el primer disparo con intención del Levante UD. Fue de Rubén, desde la frontal tras un mal rechace de Amaya, mediante un zurdazo que acabó en córner. Fue la demostración de la fragilidad defensiva del Rayo. Roger, deseoso de goles, olió la sangre. El valenciano presionó a Amaya e interceptó una cesión a Mejías en el corazón del área. Se precipitó y su tiro fue al muñeco. Quiso remachar el rechace, cuando un pase a Casadesús hubiese sido una decisión más efectiva.

Sin embargo, Roger no perdona dos veces. Rondando el descanso, Morales se anticipó a su par y montó la contra. Centró rápido y el pichichi levantinista, gracias al despiste de la retaguardia del Rayo, controló y se acomodó para rematar con la derecha. No fue fuerte ni colocado, pero bastó para el empate.

Antes del descanso, Baena protagonizó una de esas imágenes para enseñar en las escuelas de fútbol. El centrocampista se internó en el área y notó un contacto con Abraham. Se dejó caer en busca del penalti, pero una décima de segundo después se dirigió al árbitro para reconocer que no había falta alguna, pese a que lo pudo parecer.

Tras el paso por los vestuarios, el partido perdió en intensidad. Hubo más espacios y más ocasiones. Fue peor. Aún así, la irregularidad de la defensa del Rayo, capaz de cometer errores esperpénticos en las situaciones más sencillas, dio opciones a un flojo Levante UD, que sesteó por momentos.

Oier evitó con una gran parada el tanto de Guerra en un testarazo, pero a falta de 25 minutos una jugada con varios rechaces consecutivos dentro del área desembocó en un remate de Lass, libre de marca, en boca de gol. El segundo tanto del Rayo espoleó a Vallecas, necesitado de los tres puntos. Lass pudo aumentar su cuenta personal y Embarba casi calca la jugada del primer gol, pero en esta ocasión marró ante la portería granota.

El Levante UD pasó a jugar con tres centrales, pero sin creer en la remontada. El Rayo ató la victoria por ganas y con la ayuda del virus.