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Final de ciclo

Final de ciclo

V ivimos en un tiempo en el que la fuerza de las televisiones, a golpe de talonario, está transformando de forma radical la forma que el aficionado tiene de ver, entender y vivir el fútbol. La realidad imperante es que la mayoría de clubes (sobre)viven gracias a la creciente mediatización del deporte-espectáculo.

Una de las contrapartidas por los suculentos ingresos derivados de los derechos de retransmisión de los partidos, es la progresiva pérdida de espacios privados que tienen los equipos. Hasta el momento, el vestuario había sido un terreno sacrosanto, inviolable y exclusivo para los componentes de la plantilla y el cuerpo técnico. Pero los medios ya comienzan a reclamar que se abran sus puertas para asaltar este terreno como arietes, sin necesidad de filtros, filtraciones ni filtradores.

Este contexto sitúa en una contradicción de difícil resolución a los directivos y profesionales de estas entidades que buscan, por una parte, maximizar el flujo de dinero que emana del televisor -atendiendo y sometiéndose a sus demandas- y a su vez, controlar el mensaje que trasciende por parte de la plantilla hacia el mundo exterior.

El pasado jueves, a la conclusión de la vuelta de la eliminatoria copera que enfrentó a Levante y Espanyol, la unidad de acción en el Ciutat quedó dinamitada con las duras y reveladoras declaraciones de Morales a la prensa, que apuntaban a una creciente fractura en la plantilla, dudas con el compromiso de algunos jugadores, y la ausencia de un modelo de juego claro.

Con sus palabras, el «Comandante» también puso de relieve que el proyecto deportivo que llevó al conjunto granota a la consecución de un ascenso de récord, ha llegado a su fin. Fue bonito mientras duró, pero es hora de afrontar con realismo y autocrítica el futuro inmediato, con el mercado de fichajes aún abierto, para buscar revertir el rumbo decadente, y frenar las primeras señales de descomposición.

La acertada apuesta por la continuidad que promulgaron Quico y Tito, de la mano de Muñiz, ha saltado por los aires por culpa

de una nefasta planificación a la hora de configurar el plantel durante el verano.

Pase lo que pase de aquí al final de la temporada, se antoja como imprescindible una profunda renovación tanto de jugadores, como de cuerpo técnico. Antes de que concluya el mes de enero se deben dar los primeros pasos en este sentido.

La dirección deportiva tiene en su mano revertir una situación que ya es crítica, y en la que no es suficiente con acumular buenas sensaciones como contra el Celta en el choque de ayer. Urgen puntos y victorias para que el calendario no sitúe a los levantinistas en un auténtico estado de alarma, sumidos en puestos de descenso, y con escasas certezas a las que aferrarse para afrontar con optimismo la segunda vuelta.

Se acabó el margen de error para fichar. Ha llegado la hora de la verdad en Orriols.

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