La sede de Solmar, una empresa de Xàbia que lideró en los años 90 y principios del 2000 el sector del alquiler de coches, ha acabado reducida a cascotes. Desde el lunes, numerosos operarios están demoliendo la nave central de esta compañía de rent a car fundada en 1993 por Antonio Hernández, quien en 2010 la traspasó a la firma Auriga-Crown, de Salvador Gabaldón. A partir de entonces, Solmar, que en 2013 se declaró en concurso de acreedores, fue cambiando de manos. Al entrar en liquidación, la compraron los descendientes del expresidente de la CAM Vicente Sala. Esta familia, que buscaba diversificar sus negocios de concesionarios de coches con el rent a car, nombró administrador a Miguel López, yerno de Sala y ahora principal sospechoso de asesinar a la viuda de éste, María del Carmen Martínez.

El empresario rebautizó la empresa de Xàbia como Solmar Selec. Pero no logró reflotarla. Sumó pérdidas año tras año. Además, la empresa, con su antigua denominación de Sol Mar Alquiler de Vehículos, S. L., figuraba en la lista de morosos hecha pública hace un año por Hacienda. Debía a la Agencia Tributaria 10,69 millones.

De la gran sede central de esta firma, que llegó a tener sucursales en prácticamente todos los aeropuertos de España, quedan ahora hierros y escombros. Solmar, eso sí, sigue operando en Xàbia, ya que se ha trasladado a una nave más pequeña y modesta que está justo enfrente de la antigua. Tenía previsto hacer la mudanza antes, pero ha esperado a que la conselleria legalizara ese otro almacén, que está en el ámbito del BIC de la Casa Forta de Pelletes.

Tras el traslado, se ha iniciado el derribo de la antigua sede. El ayuntamiento ha dado licencia de demolición y también de obra. Aquí se levantará un nuevo negocio, que será un supermercado Aldi.

De hecho, los supermercados están pegando ahora fuerte en Xàbia. Es, junto a la construcción, el negocio más rentable en el municipio. En el vial en el que se abrirá este nuevo, el de la carretera del Cap de la Nau, hay nada menos que ocho superficies de alimentación.

La demolición de la nave confirma que Solmar, empresa que llegó a tener una flota de 17.000 vehículos y que facturó en 2008 127 millones de euros, fue un gigante con los pies de barro. En su momento, llamaba la atención cómo una empresa levantada de la nada se había convertido en un imperio del rent a car. Luego llegaron los números rojos, los cambios de propietario y la quiebra. Miguel López, al pasar a dirigir la empresa, ya trató de enjugar pérdidas con la venta de coches que retiraba del negocio del alquiler. El ahora investigado por el asesinato de su suegra ya no está al frente de la compañía. Ahora el administrador es su cuñado, Gustavo Betoret.

La familia Sala suelta lastre al dejar esta enorme nave y su parcela, donde había un gran aparcamiento para los coches y un lavadero de automóviles.