Años de observación, pruebas de resistencia de materiales y, sobre todo, el deseo de aprovechar al máximo la energía son las líneas de acción de Rafa Sánchez, un inventor de Faura distinguido en el Salón Internacional de la Innovación en Barcelona y en la Romanian Association for Manconvenional Technologies de Bucharest.

Tras obtener la medalla de plata en 2012 en The Belgian and International Trade Fair for Technological Innovatio por otro toldo artesanal impulsado por él, este inquieto diseñador industrial ha vuelto a ver reconocido públicamente su trabajo, aunque su sueño es lograr un socio que permita expandir su idea. «No es por hacerme rico, que eso sólo pasa en los telefilmes. Es porque el publico lo conozca. Mi nuevo toldo tiene con mucho recorrido en el centro de Europa y en el mundo árabe, porque apenas quita un 10% de luz».

Las cubiertas diseñadas por Rafa Sánchez, ya sean sobre tela o rígidas, parten de una fórmula matemática que documenta la formación de la sombra óptima; a partir de este planteamiento, el investigador ensaya la inclinación y el efecto físico de la convección que favorece la renovación del aire bajo la cubierta, además de medir la resistencia de los materiales con que construye sus prototipos.

Su propuesta favorece una sombra aireada y luminosa sin ocasionar alteración o distorsión alguna en las fachadas. En concreto, el prototipo premiado en Innova destaca como propiedades claves de las cubiertas de Rafa Sánchez, la protección del 80% de la lluvia moderada así como la garantía del 90% de luminosidad en el interior del habitáculo.

El efecto del viento tampoco afecta a los toldos que crea pues sus creaciones se plantean como velas de un navío que soportan y juegan con el viento.

El inventor ha recibido con entusiasmo los nuevos reconocimientos y espera poder seguir forjando propuestas ideales para aprovechar la luz. «Ver tu trabajo reconocido anima a seguir mejorando y proyectando desde la luz hacia la sombra con el objetivo de disfrutar de ambas», concluía este emprendedor de más de 60 años que durante años diseñó todo tipo de envases y estuches para marcas de alimentación pero lleva desde 2010 volcado en hacer sus propios toldos totalmente a mano. «Vengo de una familia de artesanos y, desde hace tiempo me interesaba el poder hacer algo más eficaz para dar sombra. Por eso me volqué en el ordenador y luego no me costó comprar máquinas ni ponerme a coser», decía además de resaltar su gusto por «hacer las cosas bien» y que sus toldos «no son más caros que los habituales».