La falta de solución al mal funcionamiento de la gola de Sagunt amenaza a cuatro sectores económicos que llevan padeciendo pérdidas continuas a causa de las inundaciones originadas por el taponamiento de este desagüe natural al mar, situado en la playa de Almardà.

La intervención en la gola lleva más de diez años anunciándose incluso para éste existía el compromiso de la actuación definitiva, tal y como aseguró la que fuera concejala de Medio Ambiente de Sagunt, Teresa Garcia, aunque todo apunta a que las obras volverán a retrasarse a 2018 ante la falta de presupuesto, como adelantó la conselleria a Levante-EMV. No obstante, el actual concejal de Medio Ambiente, Enric Ariño, ha afirmado que seguirá insistiendo en que la gola se repare lo antes posible.

Esta espera mantiene muy molestos a los agricultores, ecologistas, empresarios y ganaderos, que ven incrementados sus gastos año tras año ante la necesidad de tener que achicar agua de sus propiedades y abrir la gola. Actuaciones que implican la contratación de máquinas excavadoras y turbinas de agua. Solo la máquina les cuesta cerca de 30.000 euros al año, (40 euros la hora), adelantaba un agricultor, a lo que hay que sumar el gasto de gasolina y alquiler de los motores para extraer el agua de los campos. «Ni un duro ha pagado la administración de esto», denunciaba una ganadero.

Naranjos anegados

Pese a la ausencia de lluvia, el marjal de Almardà está completamente inundado, hasta se ha cortado al tráfico el Camí de l'Assagador de Quartell por el que se accede a varias propiedades. El agua llega hasta los campos de naranjos, los más afectados en este instante, ya que no hay cultivos de marjal en noviembre. «Mi campo no ha dado ni una naranja, por lo que este año me despido de la cosecha», decía Paco Sevilla, agricultor en la zona. Una situación que ya padeció el año pasado y que le obligó a arrancar cuatro hanegadas de naranjos.

El problema también se traslada a los ganaderos y criadores de caballos, que corren el peligro de que los animales enfermen. «No los podemos sacar porque hay agua y no pueden estar tantas horas con las pezuñas húmedas, ya que luego cuestan muchos de curar», advertía uno de los ganaderos que tiene su finca en Almardà. Esto les obliga a tenerlos en corrales o estancias más altas. El agua también ha dado al traste con las balas de paja y el pienso de los animales.

La falta de unos niveles hídricos estables en el humedal pone en peligro la conservación de las aves. Las idas y venidas de agua se llevan por delante los nidos en época de cría. Ésta es una de las consecuencias de la falta de regulación hídrica, así como la estanqueidad de las aguas, que hace que éstas no se regeneren y que proliferen los mosquitos. Impide además que entre en el marjal más fauna del mar que ahora es imposible por el taponamiento de la gola.

También padecen esta situación empresas como Inferco, que no pueden trabajar la turba o el picadero de palomos, inaccesible por la inundación actual.