He tropezado varias veces con las barreras y burladeros de los bous al carrer. Cuidado, suelen avisar cuando la vaquilla ya anda suelta. Atravieso la sierras de occidente a oriente y de sur a norte, y el terreno gana en altura y complejidad, en bosques y fuentes, hay hasta bosquecillos de castaños. ¡Castaños con sus erizos verdes! La piedra rodena crea agujas de roca muy levantadas y compuestas por peñascos como piezas de lego. Tienen algo de fortaleza, que también las hay en el recorrido: desde Gaibiel (castillo remozado enteramente) y Matet, hasta Vall de Almonacid. Aquí, como en la Muela de Cortes, los moriscos tuvieron sus últimos bastiones.

Había pasado por Matet, procedente de Villamalur, por una carretera secreta y fresca, llena de cerezos. Esta vez me detengo en el pueblo. Es muy grato. Juegan los niños en la tarde baja. En lo alto de la colina donde se asienta Matet, una torre musulmana cilíndrica con los remates mordidos. Varias calles tienen el nombre de rocha, terreno preparado para la siembra o derivación secundaria de un canal de riego, según el diccionario.

El agua será la protagonista oculta de todo el recorrido. Antes de Geldo, he visto el primer molino, en ruinas. Y ya en Alcúdia de Veo, formidables estanques que verdean y otro embalse de un molino restaurado, en el fondo del barranco, en un bosque de higueras. El embalse duplica la imagen de la casa que tiene a su vera como si hubiera sido domesticado bajo especie de piscina.

Antes de Alcúdia de Veo, empiezan a proliferar los alcornoques, algunos individuos son gigantescos. Insectos muy insidiosos. Volverán a la terraza de Alcúdia, donde trato de comer un bocadillo de tortilla (y tomar un carajillo de tres pisos al modo castellonenc) en dura liza con las avispas, muy abundantes este verano, según los naturales. Las fuentes, cascadas y grutas son el punto fuerte de este municipio con iglesia dedicada a San Miguel. Hay rutas indicadas. El pueblo tiene aún cierto aire de abandono, pero las ruinas se recomponen y las fachadas se blanquean. Camino de redención.

Veo es muy pequeño pero coqueto: más abajo de los corrales de piedra arruinados, tres o cuatro calles (no hay más) con casas preciosas y planta moruna. Piscina y lavadero, templo y peña taurina con silueta de toro y bombilla en la punta del asta.

Benitandús es, como Veo, pedanía de Alcúdia, y, aunque no esté en mi mapa (y eso que es de Repsol), existe. Pero poco, como si fuera un filósofo rumano. Una casa palaciega, dos o tres casas de veraneantes, y el resto, arcos de piedra por donde asoma la maleza. Un templo muy bonito, dedicado a la Virgen de los Desamparados, de cuya espadaña volaron las campanas, una tendencia muy suya. Bordeando el río hay un camino que lleva al embalse de Onda. Picos de piedra rodena.